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El arte transformó a Trinidad, el municipio cafetalero

  • 31 diciembre 2021 /

El Teatro La Siembra, con sus chimeneas gigantes, es junto al café y el calzado los referentes del pueblo. Ahora buscan llenarlo de murales y esculturas por doquier

Trinidad, Santa Bárbara.

La celebración de los cuadros vivos de la vida de Jesucristo cambió la forma en la que adolescentes y veinteañeros de Trinidad, Santa Bárbara, percibían el arte.

En la Semana Santa de 2001, la Sociedad Cultural Triniteca Palito Verde invitó a jóvenes para que formaran parte de la representación del Viacrucis.

“Ustedes van a sembrar para cosechar”, les dijo un vecino al grupo y así nació Teatro La Siembra, que desde entonces se ha convertido, junto al café y al calzado, en los referentes del municipio de unos 21,000 habitantes.

Los jóvenes participaban en festivales de teatro, encuentros de poetas y actividades religiosas, pero como atributo inherente de su edad, seguían en la búsqueda de algo que los diferenciara.

Quisimos que el proyecto de las chimeneas tuviera su identidad y que fuera regido por el grupo y no por otra organización externa que reuniera a los jóvenes solo cuando se ocuparan. Queríamos que todos los que pertenecían a La Siembra tuvieran ese sentido de propiedad”, explica Ramón Rivera, director del proceso de elaboración de las chimeneas.

Las fachadas de las viviendas en la comunidad occidental se han convertido en una galería a cielo abierto.

Con el tiempo, algunas de las actividades culturales se fueron abajo por falta de presupuesto. Sin embargo, el paseo real de las chimeneas gigantes, que tenía como antecedente a la tradición de más de 150 años de las chimeneas de ocote, siguió firme.

“El 8 de diciembre de 2001, Teatro La Siembra andaba visitando los barrios y se encontraron con chimeneas que tenían formas, siempre usando el ocote, y así surgió una idea: llevarlas a la Calle Real y llamarlas chimeneas gigantes”, comenta Cristhian Fajardo, integrante del grupo.

Al siguiente año, en 2002, la idea había motivado a decenas de familias que empezaron a darle forma a las chimeneas de ocote. Luego surgieron nuevas técnicas de elaboración y materiales menos contaminantes.

“Cada año decidimos una temática para las chimeneas. Hemos hablado sobre golpe de Estado, mundo acuático, especies en peligro de extinción, culturas del mundo, conservación del ambiente”, dice Karen Irías, integrante del Teatro La Siembra.

El paisaje se vuelve incluso quijotesco a medida los visitantes ingresan a Trinidad.

En el ínterin de prepararse para el tan esperado fin de semana de diciembre, los años pasaron y llegaron las responsabilidades inevitables de la vida adulta.

“Deseábamos que el proyecto tuviera sus propios fondos y pagar a todas las personas involucradas que trabajan de día y de noche durante dos meses para hacer las chimeneas”, recuerda Rivera de cuando decidieron que para que el evento fuera sostenible y contara con presupuesto, necesitaban cobrar.

Incertidumbre

Los artistas, sin importar de dónde sean, conviven entre la precariedad laboral y la falta de apoyo y comprensión hacia su trabajo.

“El ámbito artístico, tanto a nivel local, como nacional, es poco apoyado. El artista hace maromas para trabajar en ello, porque para uno no es un trabajo explícitamente, sino que es un goce. El artista se siente realizado cuando viene el pueblo y admira su obra, y eso cuenta más que cualquier dinero que pueda ganar”, refiere Irías, quien a su vez espera que vengan mejores tiempos y más apoyo para el arte.

Sin embargo, ahora mismo la situación es incierta. Desde el 11 de marzo de 2020, la vida cambió de manera drástica y la humanidad aún sigue planteándose cómo mitigar sus efectos.

El municipio triniteco es el quinto mayor productor de café en el departamento.

A causa de la pandemia y las restricciones derivadas, La Siembra no ha podido celebrar su desfile de chimeneas que solo en los cuatro días de 2019 reunió a 90 mil personas, de la forma en la que estaban acostumbrados.

Para el caso, el 26 de diciembre del año pasado llevaron a cabo la quema de una chimenea emblemática para homenajear al personal de salud, pero su difusión fue virtual.

En este año, tampoco pudieron desarrollar la actividad, porque aún siguen limitados los permisos para hacer eventos grandes.

“En la cuestión artística, la crisis ha sido muy dura. En mi caso particular, me dedico a las esculturas, las carrozas, hago tatuajes, pinto cuadros y gracias a Dios he aprendido a hacer muchas cosas y quizá por eso he podido sobrevivir durante la pandemia”, dice Rivera.

El grupo tiene la esperanza que el cambio de gobierno en el municipio permita cumplir los sueños como artistas que tienen para el pueblo. Esa visión incluye llenar a Trinidad de murales y esculturas permanentes.

“Queremos que el pueblo no solo tenga los ingresos del café y el calzado, sino que también se vuelva un lugar turístico. Por ejemplo, estamos a solo una hora de San Pedro Sula, la ciudad que hace el dinero”, refiere Rivera.

Estatua del padre Mario Adin Cruz Zaldívar en la iglesia Católica de la localidad.

Desde 2010 a la fecha, el municipio se ha llenado de casi una veintena de murales de los artistas Baruc, Cariqui, Denis Berríos y otros que, con el apoyo de empresas y la comunidad, han transformado las fachadas de casas y locales del pueblo.

En el parque central, el letrero gigante de Trinidad se ha convertido en una parada casi obligatoria para los turistas. Al par de las letras, hay una estatua, también hecha de fibra de vidrio, en forma de dragón que asemeja a las tradicionales chimeneas.

El año 2022 se vislumbra esperanzador, en el cual las chimeneas volverán y serán “mucho mejores”, promete el grupo.