19/04/2024
06:40 AM

¡Piden en semáforos! La dura realidad de quienes lo perdieron todo por Eta y Iota

Vive desde hace siete meses debajo de un puente en el bulevar del Sur de San Pedro Sula, Brenda Toro, de 34 años, tiene tres hijos y perdió su casa por las inundaciones en Chamelecón.

San Pedro Sula, Honduras

La pandemia de covid-19 y el reciente paso de las tormentas Eta y Iota provocó que muchas personas se lanzaran a las calles a pedir para subsistir en medio de la difícil realidad. Este es el caso de la joven madre Brenda Susana Toro, de 34 años, quien perdió su casa a causa del paso destructor de los fenómenos naturales que afectaron el valle de Sula en noviembre de 2020.

Brenda, madre de tres hijos, relató a Diario La Prensa que los huracanes le llevaron su casa en el sector de la Playita, Chamelecón, y que, desde hace siete meses, vive debajo del puente del intercambiador de occidente, en el bulevar del Sur de San Pedro Sula.

Se traslada todos los días, junto a sus pequeños, de dos y seis años, al semáforo donde se interceptan la avenida Circunvalación y la 10 calle, en el Barrio Suyapa de la Capital Industrial. Bajo el inclemente sol, pero con la ayuda oportuna de una luz roja, espera la bondad de los conductores que circulan por el lugar.


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“Cuando perdí mi casa tuve que salir a las calles a pedir con mis hijos para conseguir algo de comer. Yo era vendedora ambulante, pero después que lo perdí todo, tuve que ir a vivir debajo del puente de Chamelecón”, expresó Brenda Toro, quien además señaló que ni las autoridades municipales ni gubernamentales les han apoyado.

Foto: La Prensa

Brenda pide ayuda en uno de los semáforos de la avenida Circunvalación.
En el semáforo y cargando en brazos a su hijo de dos años, algunos conductores bajan el vidrio de sus automóviles para regalarle comida y dinero, mientras su hija se escabulle en la fila de vehículos.

No es fácil cuando se camina en medio de la calle en el ardiente asfalto para pedir, sobre todo, en la vida de una niña, que debería estar dentro de una escuela recibiendo el pan del saber. Con la pandemia y las tormentas, este tipo de situaciones son recurrentes en una San Pedro Sula donde las brechas sociales se hacen más grandes.


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Con solo seis años, la hija de Brenda sueña con ser una gran doctora. Su madre asegura que ella quiere lo mejor para su pequeña, pero que es difícil en medio de la pantanosa realidad que atraviesa. Sin embargo, tiene la fe de que saldrá adelante a pesar de la pesadilla que le ocasionaron Eta, Iota y la pandemia.

Foto: La Prensa

La hija de Brenda, de seis años, aún no ingresa a la escuela debido a las dificultades económicas de su madre.
POBREZA EVIDENTE

Así como Brenda y sus hijos, son decenas de casos de madres que la necesidad las ha orillado a pedir en las principales calles y avenidas sampedranas.

LA PRENSA hizo un recorrido y constató que, en la mayoría de los semáforos de la concurrida avenida Circunvalación de San Pedro Sula, hay más de una mujer pidiendo ayuda. También se observó al menos 15 niños desempeñándose en diversas labores, que van desde limpiar parabrisas hasta la venta de refrescos y otros productos.

Los semáforos se han convertido en el centro de trabajo de muchos menores sampedranos y el punto en el cual las madres piden un auxilio económico para vivir. Cada vez son más los niños que dejan la escuela para ser, obligadamente, el sustento económico de sus hogares. Las circunstancias pueden ser distintas, pero la realidad es la misma.


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A casi ocho meses de las inundaciones por los fenómenos naturales, y a más de un año de la llegada del covid-19 a Honduras, la calamidad y la indigencia es creciente y las calles de ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa son el reflejo de esta situación.

Por otro lado, las oportunidades de empleo son escasas, lo que agudiza aún más la pobreza, que a su vez, ocasiona el incremento de la migración.

Un estudio elaborado recientemente por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), indicó que la pobreza incrementó de un 59,3 % en 2019 a 70 % en 2020, debido a la pandemia de coronavirus y al devastador paso de Eta y Iota.