En aquel tiempo, ido ya para siempre, en que los equilibristas se ganaban la vida maravillando al público en las cataratas del Niágara, uno de ellos lo intentaba aquella tarde.
Tenía un cable tendido de una orilla del río a la otra, y se disponía a cruzarlo caminando sobre él. Su ayudante recogía las monedas que aquellos asombrados turistas echaban en la cesta que les ponía enfrente. Un aguafiestas, de esos que nunca faltan, se negó a poner algo, y levantó la voz para decir que eso era de lo más fácil. El equilibrista, que lo oyó, lo invitó con gritos: '¡Ven, pues, y prueba tus palabras cruzando conmigo por el cable!'. La cara de susto y los gestos de negación del hablador levantaron una oleada de risas y aplausos en el público que comprendió la lección que acaba de recibir ese hombre.
Si usted observa bien, notará que hay mucha gente que se muestra convencida de una idea. Incluso resuelve con ella, de palabra, algunos problemas con una facilidad asombrosa. Pero llegado el momento no están dispuestos a comprobar con hechos, sus palabras. David J. Schwartz en su libro 'La magia de pensar en grande' nos dice que una idea valdrá tanto como la acción que se ponga para llevarla a la práctica. No hay un solo mapa, por exacto que sea, que haya movido a un centímetro de distancia a quien lo consulte.
No hay una sola meta, por deseable que sea, que haya hecho triunfar a alguien. No hay un solo deseo, por grande que sea, que haya logrado ser satisfecho. Para que esto cristalice en realidad, se necesita ese ingrediente llamado acción.
Aquellos que trabajan en contratación de personal en forma científica y moderna saben que una tarea que han de cumplir es definir si el candidato a un puesto es un 'hacedor' o un simple 'hablador'.
Las palabras más tristes que se pueden haber pronunciado o escrito en cualquier idioma, dice el profesor Shwartz, son las palabras 'pudo haber sido'. Algo que era bueno, que era deseable, que hubiera podido darnos satisfacción y que, sin embargo no hicimos; algo a lo que le faltó acción.
LO NEGATIVO: Lamentarnos, pasado el tiempo, con las palabras más tristes: 'Pudo haber sido'.
LO POSITIVO: Detrás de cada idea que pensemos que es buena, poner la acción necesaria para llevarla a cabo. Comprender que sólo la realización proporciona satisfacción.