El proceso electoral primario en los Estados Unidos se encuentra ya dando las primeras noticias y algunas sorpresas. El Partido Republicano, dominado por el neo-conservadurismo, presenta diversos candidatos entre ellos Giuliani, Romney, McCain, Huckabee quienes bajo el lastre de la administración actual tienen que hacer un esfuerzo muy alto por desmarcarse. Por el lado de los demócratas las expectativas se centran por los menos alrededor de tres candidatos, Clinton, Obama y Edwards, quienes gozan, al menos al día de hoy, de mayor atención por parte del público y de los que se espera una propuesta para salir de los grandes problemas que abaten al país del norte.
Estados Unidos se encuentra ante un proceso electoral que definirá en gran medida no solamente un nuevo Presidente, sino también una agenda para enfrentar diversos problemas del acontecer nacional e internacional. EUA no puede pasar en alto, para citar algunos temas, que está atollada en Iraq, con decenas de miles de soldados combatiendo en un país desintegrando socialmente y bajo el poder de grupos paramilitares armados; con miles de acusados de terrorismo concentrados en Guantánamo al margen de cualquier garantía y derechos; con las manos metidas en un par de países más de Asia donde la situación se torna igualmente difícil; opuesta hasta ahora a las alianzas internacionales para el combate del calentamiento global. En temas internos, para muchos en EUA, el aumento de la brecha entre los extremadamente ricos y los pobres, la ausencia de un seguro médico para todos, la paranoia antiterrorista, la existencia de millones de trabajadores inmigrantes sin derechos, son asuntos de interés nacional.
El anhelo por algo diferente a lo que ofrece la derecha republicana radicalizada, se debe entre otras cosas a que Estados Unidos fue una superpotencia que experimentó después de la segunda guerra mundial un crecimiento económico, un aumento del bienestar general impresionante y un proceso social que cerró el capítulo oscuro del segregacionismo. Fue así que para los años de la postguerra y quizá hasta el año 1973, existía un consenso general que la situación económica era mucho mejor que antes. Sin embargo, el consenso del New Deal producto inicialmente del Partido Demócrata, pero que consiguió por muchos años el consenso bipartidario, llegó a su fin con el advenimiento del neo-conservadurismo que se posicionó dentro del Partido Republicano y que aún domina las esferas más altas de la política norteamericana. Es así que hoy en día, hablar de altos impuestos para los más ricos, seguridad social para todos, regulaciones al salario mínimo, derechos para los inmigrantes y organización laboral siguen siendo algo así como insultos para muchos políticos y funcionarios. En definitiva estas elecciones podrán ser catalizadores del cambio en la medida que el Partido Demócrata y su candidato ganador logren formar un programa de rescate de los valores y políticas bajo las cuales renació la economía y dio bienestar a muchos. De lo contrario el fantasma de una candidatura presidencial independiente ya puede ir tomando fuerza. Aún es muy temprano para hablar de favoritos, pero indudablemente que si los demócratas logran perfilarse como agentes de cambio haciendo propuestas creíbles no habrá otro resultado más que la victoria para ellos.