Honduras enfrenta distintos de vulnerabilidades e inseguridades que inciden directamente, tanto en el desarrollo humano como económico de manera negativa. La ambiental se agrava con el cambio climático, afectando nuestra existencia de diversas maneras: las lluvias, resultado del paso de ondas tropicales y del hecho que ya se inició la temporada anual de huracanes, provocando inundaciones, deslizamientos, amén de pérdida de vidas, cosechas, ganado, desnudando nuestra fragilidad e indefensión, incrementadas por la falta de prevención y regulación, tanto por parte del gobierno central como de los municipales, que no siempre reciben puntualmente las debidas transferencias de fondos.
Por el momento, el departamento que más ha sido golpeado por los embates de fenómenos meteorológicos es Ocotepeque, teniendo que desplazarse alcaldes a la capital en procura de urgente asistencia oficial, dada la magnitud de los daños.
El dragado de ríos, –reforzamiento de los bordos, limpieza de tragantes obstruidos por ser convertidos en basureros–, el reordenamiento territorial, deben ser medidas implementadas antes del inicio de la estación lluviosa y no cuando ya se ha iniciado.
El potencial para ser afectados por destrucciones mayores en otras regiones del país están a la vuelta de la esquina, confirmando que se requiere de una visión integradora, tanto de mediano y largo plazo, con la debida planificación, transparencia, rendimiento de cuentas. Solamente así podemos enfrentar múltiples crisis, además de la ambiental: agraria, de seguridad y credibilidad, al igual que inseguridades: empleo, salud, vivienda, educación, deuda pública externa e interna, que, de no ser enfrentadas y resueltas se intensifican y agravan.
Generemos una cultura participativa para transformar retos y desafíos en oportunidades, para eventualmente llegar a ser dueños de nuestro propio destino, personal y nacional. El vínculo entre participación y desarrollo es evidente, se complementan e integran como estrategias que posibilitan la calidad de vida y el crecimiento económico, individual y colectivo.
La actual coyuntura electoral es propicia para que partidos políticos y sus respectivos candidatos aborden estas temáticas y ofrezcan propuestas reales y factibles de como piensan enfrentarlas. La ciudadanía no desea más promesas demagógicas, tampoco ataques y contraataques que incitan al odio, el enfrentamiento, la desunión.
Deben, aquí y ahora, desistir de tales tácticas para abordar las problemáticas torales que nos dañan cada vez con mayor frecuencia e intensidad.