Resistencia indígena a la conquista hispana

Los años entre 1537 a 1539 presenciaron el heroísmo de quienes tenazmente presentaban combates a quienes estaban forjando imperio en esta parcela del Nuevo Mundo

Si en el centro y suroccidente de las tierras que hoy constituyen nuestra patria hondureña, las tribus lencas deponían sus luchas intestinas para enfrentar a los invasores de allende el océano, encabezados por Francisco de Montejo y Alonso de Cáceres, eligiendo a Lempira como coordinador y capitán de la defensa, en el norte, en el valle de Sula, Cerro Palenque, nuestros antepasados tolupanes, dirigidos por el cacique Cicumba, empuñaban sus armas para rechazar a Pedro de Alvarado y sus huestes.

Los años entre 1537 a 1539 presenciaron el heroísmo de quienes tenazmente presentaban combates a quienes estaban forjando imperio en esta parcela del Nuevo Mundo, no dispuestos a capitular y entregar su libertad, sus creencias y patrimonios a hombres desconocidos, poseedores de armas, corceles, tácticas bélicas desconocidas para nuestros abuelos.

Además, ellos, los conquistadores, portaban consigo un arma letal que provocó la muerte, por contagio, de miles de indígenas: los virus de la viruela, el sarampión, la tosferina, enfermedades totalmente desconocidas en este continente por haber estado aislado durante milenios, sin contactos con el mundo exterior.

La resistencia fue prolongada y tenaz, pero desventajosa para los dueños de estas tierras y aguas, que eventualmente sucumbieron ante las tecnologías y pandemias que portaban los extranjeros. De la libertad perdida pasaron a ser siervos tributarios de la Corona española, de conquistadores y sus descendientes criollos.

Tal como concluye el historiador hondureño Marcos Carías, “La gesta de Lempira y de los lencas, de Cicumba y los tolupanes, toda la resistencia indígena en Olancho y en los muy diversos parajes de lo que luego sería Honduras... tiene que ver con un universal y fundamental principio, que es el derecho a la autodeterminación de los pueblos. La violencia de la conquista negaba ese derecho fundamental...”.

A medida que se investiga en fuentes archivísticas, vamos conociendo y aprendiendo más acerca de nuestros antepasados y su anhelo de nunca convertirse en hombres y mujeres despojados de su libertad, honor y dignidad. Y sus descendientes han preservado tan legítima aspiración, que necesariamente pasa por la unidad y la organización interna.

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