Los bordos

En el resto del valle de Sula, incluso en Chamelecón, que es parte de San Pedro Sula, la construcción de los bordos es deficiente en calidad, pese a los millones invertidos en tales obras.

El deseo del alcalde Roberto Contreras por modernizar San Pedro Sula, aspiración compartida por quienes habitamos esta querida ciudad, que cumplirá 489 años de fundada este 27 del presente mes, no puede olvidarse de una temática de contenido humano e infraestructural: los bordos, franjas de tierra a orilla de los ríos Bermejo, Piedras, Blanco, Santa Ana, cuya función es servir de contención y protección de las inundaciones que cíclicamente ponen en peligro vidas y bienes.

Miles de familias subsisten en los bordos, procedentes de otras regiones del país, específicamente de zonas rurales, que han migrado a nuestra ciudad en búsqueda de empleo, cada vez más difícil de encontrar por poseer bajos niveles educativos y por la contracción económica actual, cierre de empresas, agravada por el retorno de compatriotas deportados, por lo que se ven obligadas a ingresar al sector informal de la economía, con ingresos precarios e irregulares, incrementando los cinturones de miseria existentes en los alrededores, en situación de marginalidad, sea que se instalen a orillas de los ríos o de las carreteras.

En el resto del valle de Sula, incluso en Chamelecón, que es parte de San Pedro Sula, la construcción de los bordos es deficiente en calidad, pese a los millones invertidos en tales obras, que no cuentan con el mantenimiento y supervisión requeridos para detectar su reparación preventiva, antes de que se formen boquetes con las crecidas de las aguas.

Ello ya ocurrió este mes en un bordo de la comunidad de Amapa, El Progreso, en donde el Ulúa ha inundado varios ex campos bananeros, habiendo detectado sus pobladores 16 puntos con boquetes en los bordos, además de compuertas en mal estado.

Todo proyecto urbanístico debe incluir, necesariamente, tanto en las zonas de alta plusvalía por su ubicación geográfica como en las periféricas, un plan para evitar una expansión y crecimiento caótico carente de la debida planificación.

Los contrastes entre opulencia y miseria, parte del paisaje de las ciudades latinoamericanas, es fuente de inestabilidad social: violencia y delincuencia en ascenso, atentando contra la convivencia pacífica y la paz social.

No debemos tolerar esta realidad omnipresente, si es que deseamos un San Pedro Sula acogedor, hospitalario, en que prevalezca la armonía y no la conflictividad.

Pensemos y actuemos en función de la presente y las futuras generaciones, con visión a la vez futurista y humana. Que para el próximo medio milenio de existencia de nuestra amada San Pedro Sula sea el hogar acogedor de todos los que en él nacimos o lo hemos adoptado como nuestro lugar de residencia, definitivo o temporal.

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