La emitida recientemente, en consonancia con la Ley contra la Trata de Personas, contra el ciudadano de nacionalidad estadounidense Gary Lee Johnson, a más de tres décadas y media de prisión y a resarcir económicamente a sus víctimas.
Este hombre fue encontrado culpable de utilizar a tres menores de edad para fines de pornografía infantil y la trata de una dama con el propósito de explotación sexual comercial, hechos ocurridos en Roatán, Islas de la Bahía, a quienes, si bien se le ordena compensar monetariamente, conservarán secuelas físicas y psicológicas que requieren tratamientos especializados para lograr su rehabilitación integral.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Inter-Estatal contra la Explotación Sexual Comercial y la Trata de Personas (Cicesct), Sua Martínez, ha destacado la importancia y trascendencia de tal fallo judicial, interpretándolo como “un paso firme hacia la justicia y la restitución de derechos, tal como lo establece nuestra ley”.
Centenares de compatriotas de ambos sexos anualmente son traficados, dentro del país o en el extranjero, a una virtual servidumbre y esclavitud, sea bajo ofrecimientos de oportunidades laborales o bien secuestrados para obligarlos a prostituirse, a extraerle órganos corporales para la venta, entre otras perversas acciones lesivas a la salud, libertad y dignidad de las víctimas.
Lamentablemente, en la gran mayoría de estos casos, se ignora el paradero de las víctimas de estos delitos, y en casos esporádicos se logra su liberación gracias a la colaboración entre agencias policiales y migratorias.
Crecientemente, nuestro departamento insular se ha ido transformando de un atractivo turístico de primer orden a un lugar de noticias de sucesos, con los consiguientes incrementos en hechos violentos, ante la apatía y la permisividad de las autoridades encargadas de prevenir y combatir tales actos ilícitos.
Ahora falta saber si el hoy reo purgará su condena en Honduras o bien será solicitado por su país de origen para cumplirla en los Estados Unidos.
En todo caso, se ha hecho justicia, inaugurándose un ejemplar precedente para quienes abusan y manipulan a seres humanos con el propósito de degradarlos física y moralmente, en una cruel explotación que revela hasta qué niveles puede llegar la perversidad y el mal, el afán de riqueza rápida a costa del sufrimiento ajeno.