Los ataques aéreos ordenados por el presidente Trump, de acuerdo con su versión de lo ocurrido, han resultado exitosos en dañar las instalaciones nucleares iraníes, acción que involucra directamente a los Estados Unidos en el actual conflicto bélico al optar por el fin de las gestiones diplomáticas en un intento por alcanzar un acuerdo negociado y reemplazarlo por la confrontación armada.
La actual correlación de fuerzas le es altamente desfavorable a Teherán, por cuanto sus defensas aéreas, instalaciones de fabricación y lanzamiento de misiles y drones han sido destruidas por los ataques diarios israelitas, que hoy tienen control sobre el espacio aéreo iraní.
Adicionalmente, su economía resiente las sanciones impuestas por Washington y sus aliados desde el 2018; Hezbollah en Líbano, los Houthis en Yemen, las milicias iraquíes y el régimen de Assad en Siria, sus aliados en el Medio Oriente, han sido derrotados y/o derrocados.
China y Rusia se limitarán a notas de protesta, sin prestar ayuda material a su aliado, la primera inmersa en incorporar Taiwán a su soberanía; la segunda en la guerra con Ucrania. En pocas palabras, Irán hoy se encuentra solo y su margen de respuesta es cada vez más limitado, habida cuenta de la demanda de Trump de “rendición incondicional”, que si fuera acatada significaría el colapso del régimen de los ayatolas, reemplazado por un gobierno secular que intentaría reacomodos con las potencias vencedoras.
El presente régimen iraní apelará al nacionalismo de sus compatriotas, pese a la oposición interna de las clases altas y media, para continuar la guerra, percibida como acciones agresivas que han cruzado la “línea roja” y que deben ser respondidas. Reiteradamente ha declarado que no renunciará a su programa de enriquecimiento de uranio, pese a las presiones internacionales para que desista.
Los siguientes días serán decisivos para cualquier desenlace. Lo deplorable del actual conflicto es que, de nueva cuenta, triunfa el belicismo sobre el pacifismo, las acciones armadas sobre las iniciativas diplomáticas.
El esfuerzo europeo, encabezado por Francia, Reino Unido y Alemania, por encontrar una salida del laberinto ha caído en el vacío, sustituido por el poder de las armas y el espíritu triunfalista.