La nueva puerta abierta, tras la experiencia y acción eficaz de la Misión de la OEA, ha cerrado parcialmente la herida; pero serán necesariamente los hechos los que muestren la eficacia de la medicina, la durabilidad de las acciones y la ejemplar lección en aquellos casos de relevancia, de impacto, cuya resolución en los tribunales no solo sea justicia, sino también prevención para que inteligentemente se aprenda en cabeza ajena.
Ambos elementos, represión, por la vía judicial, y prevención son dos caras de la misma moneda, inseparables. La primera en situaciones como la nuestra debe acaparar el protagonismo, pues es tal el mal que su eliminación solo se logra arrancando el tumor. Los buenos consejos, la exposición de principios éticos deben complementarse con lo que no debe ser, con lo que “está mal” y su castigo. Esto es el inmenso vacío en nuestra sociedad que hasta aplaude a quienes de la noche a la mañana “triunfan”.
La creación de la Unidad Fiscal Especializada contra Redes de Corrupción (Uferco) abre esperanzas, pues es lo último que se pierde; aunque es necesario urgentemente mostrar hechos, dar seguimiento, no arrinconar, a lo que estaba ya documentado e incluso llevado a los tribunales y mantener la guardia alta, pues la delincuencia, en cualquiera de sus manifestaciones, va por delante.
Quienes con sinceridad y convicción, no como oportunidad partidista, acuerpan la lucha contra la corrupción y la impunidad confían en el nuevo organismo de la Fiscalía General y esperan el respaldo efectivo, no palabras, del Gobierno, con recursos abundantes, no sea que la asfixia venga por estrangulamiento en la parte de personal y reducción disimulada en el financiamiento necesario para las investigaciones, para la elaboración de los requerimientos y para la presentación en los tribunales en los cuales los operadores de justicia también deben expresar su leal y eficaz compromiso en la lucha contra la corrupción e impunidad. Actividad coordinada, sí; en equipo, también, pero no sometida a las presiones y exigencias del poder o, mejor, de personas y partido en el poder. Este es el desafío descomunal de la Uferco.