Crisis de credibilidad

En el campo diplomático, la renuncia del vicecanciller Antonio García, justificándola por desacuerdos con el giro imprimido a la política exterior hondureña.

Más y más compatriotas expresan públicamente su desencanto y frustración con el rumbo y orientación que el partido político hoy en el poder conduce a la nación. Algunos ejemplos recientes de esa desilusión con las promesas realizadas durante la pasada campaña electoral por la institución partidaria que desplazó al bipartidismo tradicional en la conducción del Estado en el cuatrienio 2022-2025.

En el campo diplomático, la renuncia del vicecanciller Antonio García, justificándola por desacuerdos con el giro imprimido a la política exterior hondureña, que crecientemente nos distancia de nuestro principal aliado y socio comercial, los Estados Unidos de América, para solidarizarse con Gobiernos dictatoriales de este y de otros continentes.

La denuncia del actual embajador en Corea del Sur, integrante del Tribunal de Honor de Libertad y Refundación, Rodolfo Pastor Fasquelle, afirmando que Libre urge un norte ético que ha perdido. “Los liderazgos se fundan en la autoridad, en el pensamiento crítico, la empatía y no en la fresca sombra por cercanía al poder del padrino... el partido no se justifica por la desaparición temporal de otras opciones, sino por el cumplimiento de su promesa al pueblo y al país”.

La renuncia de unos veinticinco fiscales del Ministerio Público, varios de los que --según lo han expresado en espacios privados-- lo han hecho por no estar de acuerdo con las investigaciones selectivas implementadas por el fiscal general Johel Zelaya, que desestima y archiva casos de cohecho que involucran a funcionarios y legisladores del actual Gobierno.

El fiscal adjunto Luis Javier Santos, a cargo de la investigación de graves casos de corrupción, públicamente denunció que le han sido bloqueados varios casos vinculados con el Fondo Departamental del Congreso Nacional.

Pese al intento oficial por pretender ignorar la grave crisis interna del régimen, el clamor ciudadano por el rendimiento de cuentas y la transparencia en el manejo de fondos públicos alcanza ya niveles tales que no pueden ser desestimados.

Y tales reclamos, por demás justificados, incluye a elementos honestos del Partido Libre que no comulgan con la conducción que le imprime al partido la cúpula de tal agrupación, en perjuicio directo de su credibilidad y prestigio, hoy cada vez más cuestionados, así como su posibilidad de no ser desalojados del poder si se realizan elecciones justas y libres, sin visos de manipulación e imposición.

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