Sin lugar a duda, en la vida de las personas existen dos fuerzas opuestas que luchan por el control, pero igualmente son poderosas y llegan a gobernar al ser humano: el bien y el mal.
Aunque por la naturaleza pecaminosa que tenemos los seres humanos, somos malos y existe depravación en nuestros pensamientos; creo que absolutamente todos estamos gobernados, de vez en cuando, por alguna fuerza de estas.
Es como si ambas se pusieran en un “tire y afloje” para ver a cuál le damos más cabida en nuestras vidas.
Imaginemos esta batalla como una lucha en los dibujos donde aparecen un diablito y un angelito. En la escena, esos personajes tratan de influir y convencer al protagonista o a la persona misma, para actuar según sus caprichos.
Finalmente, después de varios combates en el ring de su mente y corazón, gana el que más influencia tiene; así nos pasa a nosotros cada día en este mucho y la sociedad en que vivimos.
En las sagradas escrituras La Biblia, en Isaías 5:20 dice: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
"En el contexto actual, esto nos indica que la lucha entre el bien y el mal, continua hoy, y por nuestra propia naturaleza tendemos a confundir el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y lo dulce y lo amargo. Por lo que, lo que tiene más influencia termina ganando en la confusión de esa lucha por el control de la vida en las personas y sus decisiones.
De manera práctica, una de las grandes luchas que se libran en el interior de cada persona es la lucha entre el orgullo y el agradecimiento, donde el mal es el orgullo y el bien es el agradecimiento. Dado que los seres humanos podemos ser orgullosos o agradecidos.
Mientras ser agradecido nos ayuda a ser humildes y buenos, el orgullo nos lleva por senderos poco gratos y dañinos. Es más, me atreveré a decir que una persona que se deje llevar por el orgullo puede volverse realmente malvado y deja que el mal controle su vida.
El agradecimiento y la bondad son conceptos muy similares. De igual manera, lo son, el orgullo y la maldad; paso a explicarlo así:Una persona buena está fuertemente conectada con el agradecimiento. Sabe que muchas de las cosas que tiene y ha logrado, las debe no solo a su esfuerzo, sino a Dios y a la ayuda de otros.
Conocer esto le ayuda a vivir una vida humilde y dispuesta a servir a los demás. Además, no siente envidia desmedida y tampoco desea que a alguien le vaya mal.
Por el contrario, una persona orgullosa no siempre es mala; sin embargo, tiene un aire prepotente. Para alguien orgulloso, todo lo que ha conseguido en su vida lo debe a su esfuerzo propio, no es capaz de darle crédito a otros. Muchas veces siente que las cosas que las personas a su alrededor hacen, lo hacen para afectarlo de alguna manera y siempre anda a la defensiva.
Podemos hacernos las preguntas:¿Qué tan orgulloso o agradecido soy?¿Como puedo vencer el orgullo que hay en mí?
En conclusión, si algo nos enseña la vida es que el orgullo y la maldad jamás son fuente de felicidad. Puede ser que una persona que se deja llevar por su ego herido y el orgullo lo lleve a la maldad, con la que puede causar mucho daño; sin embargo, eso no dura mucho tiempo.
Nunca nada bueno le espera a una persona que se deja dominar por el orgullo. Debemos saber equilibrar el orgullo y reconocer cuando algo depende de nosotros y cuándo no. Tenemos que saber ser humildes y aceptar que algunas cosas no dependen de nosotros.
Recuerda: “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela” – Salmos 34:14 Salud y éxitos en la vida.
Por Dr. Carlos Coca Singh