El 21 de octubre de cada año ha sido decretado en nuestro país como el Día Nacional de las Fuerzas Armadas de Honduras, el cual es el momento en que se aprovecha para resaltar la labor de dicho organismo castrense. La carta magna, la constitución de la república, en el segmento dedicado a las fuerzas armadas, reza en sus páginas lo siguiente: Las Fuerzas Armadas de Honduras son una institución nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante. Se instituyen para defender la integridad territorial y la soberanía de la república, mantener la paz, el orden público y el imperio de la constitución, los principios del libre sufragio y la alternancia en el ejercicio de la presidencia de la república.
Este precepto alienta, motiva y fortalece el espíritu del ciudadano hondureño, al considerar que existe una fuerza, aunada a la policía, que está para defenderlo, protegerlo y resguardarlo de todos aquellos seres humanos que no se ajustan a las disciplinas de la convivencia social. En épocas pretéritas ver a un soldado o a un oficial causaba miedo, terror y escalofríos. Pero ahora, decía un coronel, el pueblo hondureño ve con alegría a las fuerzas armadas. Ya que están para protegernos de esa ola de criminalidad que nos tiene acorralados a todos los que vivimos en este país.
Y hablando de soldados, es importante señalar en este punto que existe un enemigo que se ha apoderado no solo de Honduras, sino de todo el mundo. La Biblia dice al respecto que “el mundo entero está en manos del maligno” (1 Juan 5:19). Luego, las personas sin Dios, la mayoría de las veces sin darse cuenta, caen bajo el control satánico. Sin embargo, el que es de Dios camina de pie, vivo, bajo la gracia divina.
Por tanto, el apóstol Pablo nos exhorta de la siguiente manera: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del Diablo, para que podáis resistir en el día malo” (Efesios 6:11, 13). Esta alerta nos previene que la lucha no es contra hombres sino contra huestes espirituales, guiadas por el poderoso príncipe de las tinieblas. Pero si como buenos soldados de Dios tomamos la armadura espiritual, el escudo de la fe nos ayudará a no ser heridos por los dardos del enemigo. Solo Dios puede proporcionarnos las armas que necesitamos para combatir con firmeza.
Pueblo cristiano de Honduras, oremos por nuestras fuerzas armadas y la policía para que con rectitud, honestidad y probidad cumplan su función. Y nosotros, como soldados disciplinados de Cristo no apartemos nuestra mirada del Dios todopoderoso que nos guiará hacia la victoria segura.