Cuando en 1953 el neozelandés Edmund P. Hillary y su guía nepalés Tenzing Norgay conquistaron la cima del Everest, que es el pico más alto del mundo, hacía un frío intenso, los vientos rugían, la ventisca era enceguecedora y las avalanchas de nieve envolventes. Con todos esos peligros acechándolos, ¿qué impulsó a estos hombres a seguir adelante hasta lograr su objetivo? Los periodistas que cubrían el evento desde los últimos refugios coincidieron en que cuando los vieron por última vez “iban fuertes hacia la cumbre”.
¿De dónde sacaron fuerzas para mantener ese espíritu a pesar de condiciones tan adversas? Lo sabemos porque al regresar del “techo del mundo” Hillary pronunció sus famosas palabras: “¿Por qué? ¡Porque estaba ahí!”.
Para él, eso era un desafío y aceptarlo dio sentido a su vida. A menudo he pensado en esas palabras. William James, considerado el padre de la psicología americana, nos dijo: “Lo que hacemos, comparado con lo que realmente podemos hacer, es como comparar las olas de la superficie del mar con su enorme profundidad”.
Tenemos, pues, una enorme reserva latente ¡que está ahí! y debería desafiarnos. Consideremos, por ejemplo, su cerebro. Con un peso de mil o más gramos, tiene trece mil millones de células nerviosas, es capaz de ayudarle a archivar sonidos, sabores, acciones que ha realizado. Y quizá, más maravilloso aún, es capaz de crear imágenes mentales e ideas de cosas que no están presentes o que incluso no han sucedido. En otras palabras, usted tiene capacidad para captar información, para combinarla con otras informaciones, para detectar problemas y creativamente soluciones para ellos. ¿Cómo motivarse para utilizar todo ese potencial? La respuesta debería ser la misma de sir Edmund Hillary: “¡Porque está ahí!”.
Hay que crear “nuestro ambiente de motivación”. Asistir al gimnasio nos impulsa a desarrollar nuestro cuerpo. Escuchar música y cantar nos hace disfrutarlo. Estudiar y prepararnos, asistir a entrenamientos, leer buenos libros de superación personal nos llevará a desarrollar nuestro enorme potencial.
LO NEGATIVO: Por apatía, no interesarnos en nada, vivir siempre desmotivados.
LO POSITIVO: Estar alertas a las oportunidades de crear “nuestro ambiente de motivación”. Desarrollar nuestro potencial latente “¡porque está ahí!”.
¿De dónde sacaron fuerzas para mantener ese espíritu a pesar de condiciones tan adversas? Lo sabemos porque al regresar del “techo del mundo” Hillary pronunció sus famosas palabras: “¿Por qué? ¡Porque estaba ahí!”.
Para él, eso era un desafío y aceptarlo dio sentido a su vida. A menudo he pensado en esas palabras. William James, considerado el padre de la psicología americana, nos dijo: “Lo que hacemos, comparado con lo que realmente podemos hacer, es como comparar las olas de la superficie del mar con su enorme profundidad”.
Tenemos, pues, una enorme reserva latente ¡que está ahí! y debería desafiarnos. Consideremos, por ejemplo, su cerebro. Con un peso de mil o más gramos, tiene trece mil millones de células nerviosas, es capaz de ayudarle a archivar sonidos, sabores, acciones que ha realizado. Y quizá, más maravilloso aún, es capaz de crear imágenes mentales e ideas de cosas que no están presentes o que incluso no han sucedido. En otras palabras, usted tiene capacidad para captar información, para combinarla con otras informaciones, para detectar problemas y creativamente soluciones para ellos. ¿Cómo motivarse para utilizar todo ese potencial? La respuesta debería ser la misma de sir Edmund Hillary: “¡Porque está ahí!”.
Hay que crear “nuestro ambiente de motivación”. Asistir al gimnasio nos impulsa a desarrollar nuestro cuerpo. Escuchar música y cantar nos hace disfrutarlo. Estudiar y prepararnos, asistir a entrenamientos, leer buenos libros de superación personal nos llevará a desarrollar nuestro enorme potencial.
LO NEGATIVO: Por apatía, no interesarnos en nada, vivir siempre desmotivados.
LO POSITIVO: Estar alertas a las oportunidades de crear “nuestro ambiente de motivación”. Desarrollar nuestro potencial latente “¡porque está ahí!”.