Saber desconectar

A partir del mediodía de hoy, los hondureños disfrutaremos de un par de días de interrupción de la actividad laboral ordinaria y podremos estar con la familia y descansar. Muchos han adelantado el tiempo de vacaciones y, desde el pasado fin de semana, se han quedado en su casa o se han marchado a la playa, al lugar de origen o a otros sitios de recreo.

Para trabajar bien, para rendir al máximo durante las jornadas normales de trabajo, hace falta descansar. Durante la Revolución Industrial se comenzó a hablar de la importancia de dividir las veinticuatro horas del día en tres secciones: ocho para producir; ocho para dormir; y ocho para dedicar a actividades como el deporte, la lectura, las aficiones en general, así como para compartir con la familia o los amigos de manera más cercana. Pero, además, se comenzó a desarrollar la conciencia de que, a diferencia de las máquinas, las personas necesitamos interrumpir periódicamente la rutina laboral para oxigenarnos, para cambiar de aires, para pensar en cosas distintas a las que el trabajo nos obliga, para contemplar el entorno con otros ojos.

La irrupción de la tecnología ha supuesto un desafío para el descanso pleno. Las agendas y las preocupaciones se han instalado en las pantallas, particularmente en los teléfonos celulares. Para muchos, la conexión con la oficina se ha vuelto un continuo que desconoce feriados y fines de semana, de modo que no logran llevar a cabo ese sano corte que resulta indispensable para la salud física y mental. En algunos países civilizados se ha alcanzado tal conciencia de la situación que se ha legislado para un “derecho a la desconexión”, que incluso penaliza a las empresas que lo desconocen y que piden a sus colaboradores mantenerse permanentemente pendientes de su trabajo.

En Honduras falta todavía para llegar a esos niveles de responsabilidad de las empresas, pero, afortunadamente, si hay líderes conscientes de la importancia del descanso de su gente y procuran evitar la conexión permanente. No falta, sin embargo, algún desaprensivo que llama cuando no debe o envía mensajes o correos fuera de tiempo y de lugar.

Pero, no obstante, los niveles de responsabilidad de cada persona en el ambiente laboral en el que se desempeña, hay que saber desconectar. Hay que concluir que la tierra va a seguir girando, aunque nosotros ya no estemos y que ninguna estrella caerá del firmamento si no contestamos una llamada o un correo. A menos que nos consideremos indispensables, dediquemos el tiempo de manera plena a nosotros mismos y a nuestra gente. Nuestro cuerpo, nuestra mente y los que nos quieren, lo agradecerán.

  • 01 de octubre de 2025 a las 09:32 -

Para trabajar bien, para rendir al máximo durante las jornadas normales de trabajo, hace falta descansar.

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