En el 2023 hubo en Honduras 1,820 fallecimientos por accidentes viales. De estos, más de 1,000 eran motociclistas.
Si le sumamos la cantidad de peatones atropellados por motos, vemos que un 60% de las fatalidades en accidentes son ocasionadas por la circulación de motocicleta.
Entre algunas de las causas, mencionaba la falta de protección: incluso con equipo de protección personal como cascos, chaquetas y guantes, siguen siendo vulnerables a lesiones graves en caso de accidente.
Menor visibilidad: debido a su tamaño más pequeño, los motociclistas pueden ser más difíciles de detectar para otros conductores, especialmente en puntos ciegos o en situaciones de tráfico denso.
Mayor agilidad: si bien la agilidad de las motocicletas puede ser una ventaja en ciertos contextos, también puede representar un riesgo. Los motociclistas pueden ser tentados a realizar maniobras rápidas y evasivas que pueden sorprender a otros conductores o resultar en pérdida de control.
A eso le agregaría: Menos estabilidad: las motocicletas son menos estables que los automóviles, especialmente en condiciones de clima adverso o en superficies resbaladizas. Esto aumenta el riesgo de que los motociclistas pierdan el control y se caigan, lo que puede resultar en lesiones graves.
Si consideramos el efecto de una proporción aproximada de 10 lesionados por cada fallecido, vemos que resultan 10,000 personas anuales con lesiones de gravedad variable. Nos comentan personas que trabajan en centros de rehabilitación que esta es la principal causa de los problemas de sus pacientes.
Necesitamos trabajar más en atender las cinco vulnerabilidades con una combinación de medidas. Estas van desde una mayor protección legal para los motociclistas (cuando hay sospecha de negligencia o dolo, no se puede tratar un choque vehicular sin daños personales similar a uno con una motocicleta), exigencias de equipo de protección, una inversión mucho mayor en señalización e iluminación pública, y campañas privadas de concientización y educación vial.
