18/06/2025
05:49 AM

Patrona de mi casa y mi corazón

Henry A. Rodríguez

El próximo 3 de febrero, Honduras celebrará la fiesta de su patrona, la Virgen de Suyapa, fecha que desde hace nueve años se decretó como día festivo nacional. Este 2021 se hará en condiciones especiales debido al avance de una nueva oleada de la pandemia covid-19 en nuestro país, por eso el pasado 13 de enero la Conferencia Episcopal de Honduras daba a conocer que del 1 al 4 de febrero la basílica y el santuario pequeño estarán cerrados al público. Todo esto para evitar que la fiesta se convierta en un foco de contagio para los peregrinos que suelen acudir en número de miles y que cada año han venido en aumento. Sin duda un hecho histórico, pues por primera vez la fiesta patronal no se realizará.

No obstante, el lema propuesto para la celebración del 274 aniversario de este hallazgo mariano, “Patrona de mi casa y mi corazón», nos recuerda que la presencia de la Madre no se circunscribe a la hermosa basílica de Suyapa en Tegucigalpa, sino que ella vive en cada hogar y en cada corazón catracho, consolando, acompañando y manteniendo viva la fe en momentos tan difíciles como los que estamos atravesando. Por eso siempre, y en especial durante estos días, cada hogar cristiano católico está llamado a ser santuario de María, lugar desde donde se geste y se propague el olor a Cristo a través del corazón de una Madre que ha querido estar siempre cerca de sus hijos, especialmente de los más humildes e indefensos, apareciéndose con distintos ropajes, color de piel, lengua y nombre para hacerse cercana a cada raza, pueblo o nación y así transmitir su amor maternal y el Evangelio de su Hijo al mundo.

Suyapa es el nombre derivado del vocablo indígena Coyapa, que significa “en el agua de las palmeras”, es el nombre de una villa cercana donde fue encontrada la pequeña imagen. El hallazgo se produjo a inicios del mes de febrero de 1747. La leyenda cuenta que dos labradores, Alejandro Colindres y el niño Lorenzo Martínez, después de una larga jornada de trabajo pasaron la noche en el cerro del Piligüin; sin embargo, Colindres no podía dormir debido a un dolor agudo en el costado causado por un objeto que le molestaba. Sin poder ver qué era, debido a la oscuridad, lo tomó y lo arrojó lejos en tres distintas ocasiones, pero al volver a acostarse “el objeto molesto” había vuelto, por lo que decidió guardarlo en su morral.

A la mañana siguiente al llegar a su hogar, Isabel Colindres, madre de Alejandro, encontró entre las cosas una figurita de la Inmaculada Concepción, toscamente tallada en madera de apenas 5 centímetros de altura, y desde ese momento toda la familia interpretó aquello como un signo prodigioso de Dios y un gesto de amor de María. Muy pronto la voz se corrió por toda la villa y no tardaron en llegar personas a solicitar la intercesión de la virgen, cuya veneración inspiraba aquella diminuta imagen que fue ganando el amor de los humildes aldeanos para después robarse el corazón de toda Honduras bajo la advocación de Suyapa.

La primera ermita se bendijo en 1780 y el primer milagro notable del que se guarda constancia ocurrió en el año de 1796, pero no fue hasta 1925 que el papa Pío XI la declaró patrona de Honduras e instituyó al 3 de febrero como fiesta de Nuestra Señora de Suyapa. En 1983, san Juan Pablo II visitó su santuario, el cual es uno de los más grandes de Centroamérica, el cual fue elevado al rango de basílica menor por el papa Francisco en el año 2015. Celebremos, hermanos, con fervor, amor y devoción esta fiesta tan nuestra y con fe cantemos a la Madre ese himno tan bello de don Paco Medina, que en su última estrofa dice: “Calmarás mis penas y mis amarguras, y tú entre las reinas, serás la más reina de mi corazón”. Que viva la Virgen de Suyapa y que Dios bendiga Honduras.