Leer, ¿ para qué?

Hay quienes dicen que para qué leer si se pueden entretener chateando o en el Tik Tok de las redes sociales. No saben lo que se pierden.

  • Actualizado: 29 de septiembre de 2025 a las 23:45 -

“¿Qué lee?”, preguntó Irma, parada frente a la verja de mi porche.

“‘Horizonte de perros’, el último libro de Armando García”, respondí sin titubear.

La dama de unos 75 años siempre me saluda cuando va rumbo a su trabajo y a veces se detiene a intercambiar unas cuantas palabras conmigo. Tras mi respuesta me miró como si le estuviera hablando en mandarín, para luego continuar la plática: “yo no leo ni la Biblia, no porque no sepa leer, sino porque nunca me enseñaron a interpretar ni un cuento”.

Me contó que su maestra de primer grado, en una comunidad cafetalera de Comayagua, en vez de enseñarle lo que ella esperaba que le enseñara se dedicó a castigarla con cualquier pretexto “solo porque le caía mal”. La hincaba sobre arena y le ponía un pupitre sobre la cabeza, lo que agravaba la condición asmática de la niña. Ni la familia la defendía cuando le contaba lo que sufría, así que un buen día decidió dejar la escuela, no sin antes vengarse de su verdugo.

En cuanto la hincó la siguiente vez y vio que le iba a encaramar el mueble, lo empujó contra su profesora y salió despavorida para su casa. Recogió “unas fichitas” que había ganado cortando café y se subió en un camión cargado del grano cosechado, el cual iba rumbo a San Pedro Sula, en donde la niña tenía un familiar.

Aquí estudió hasta el quinto grado en una escuela nocturna, pero nunca la motivaron a leer. Otras personas han tenido la oportunidad de llegar a coronar una carrera universitaria, pero tampoco lograron cultivar el delicioso hábito de la lectura porque se enfocaron en el pénsum que les permitiría obtener el título.

Debieron entender que la lectura es un valor agregado a su profesión porque mejora habilidades como la concentración, la memoria y la capacidad de análisis, al mismo tiempo que enriquece el vocabulario y el conocimiento general.

Cuando Irma se despidió volví “a colgarme” del libro de Armando para seguir disfrutando de sus escritos hiperbólicos dictados por los recuerdos de las experiencias vividas desde su niñez, a veces salpicados con ironía y “Humor de Negro” como tituló el olanchitense a otra de sus obras.

Hay quienes dicen que para qué leer si se pueden entretener chateando o en el Tik Tok de las redes sociales. No saben lo que se pierden.

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