La falacia de la responsabilidad financiera individual

Vale la pena resaltar que pese a la difícil situación económica de muchos hondureños, hay indicadores de bancarización positivos que revelan incrementos cuantitativos en cuentas de depósitos.

Educación financiera, herramienta fundamental para el fomento responsable en el uso del dinero, dicho concepto adquiere mayor relevancia, es una de las novedades en el discurso dentro de los sistemas financieros. Impulsado desde los OFI’s e implementado por el Gobierno y el sistema financiero privado mediante diferentes políticas, programas y proyectos.

Actualmente, el país cuenta con la Estrategia Nacional de Educación e Inclusión Financiera (Enif), reconocida como una de las mejores apuestas que ha realizado el Gobierno en aras de reducir la brecha financiera; asimismo, crear condiciones para el acceso equitativo a productos y servicios financieros; sin embargo, los desafíos por transitar de un enfoque técnico y regulatorio a uno más crítico que aborde las verdaderas barreras estructurales cualitativas que restringen una efectiva inclusión de la población aún persisten.

En Honduras, educar financieramente a las personas es una paradoja, ya que si se toma en cuenta el contexto económico, donde el costo de la canasta básica, de L14,500, es mayor que el salario mínimo de L13,985.16, resulta incómodo abordar temas de ahorro, inversión, seguros, uso de tarjetas de crédito, entre otros productos financieros. En este sentido, los preceptos teóricos de Paulo Freire ayudan a comprender parte de la problemática que genera aparentemente la débil o ausencia de educación financiera en las personas, pues considera que en muchas ocasiones la dificultad no radica en la falta de conocimiento, sino en las condiciones de precariedad, como la desigualdad, pobreza y exclusión en que viven millones de hondureños. Predominando la falacia que el fallo del bienestar financiero es una cuestión puramente individual, basado en malas decisiones de consumo, falta de planificación presupuestaria y bajos niveles de ahorro; sin embargo, la insuficiencia de ingresos del más del 66.8% de la población hondureña revela el padecimiento de una problemática de tipo colectiva.

Vale la pena resaltar que pese a la difícil situación económica de muchos hondureños, hay indicadores de bancarización positivos que revelan incrementos cuantitativos en cuentas de depósitos.

Datos de la CNBS estipulan que actualmente hay más de 10.4 millones de cuentas de ahorro con un crecimiento interanual del 10%. Este comportamiento influenciado por diversos factores, como el alza de la tasa de interés pasiva, estrategias empresariales de acreditación de salarios a cuentas de depósitos, aperturas de cuentas para recepción de remesas, incidencia de las mismas campañas de educación financiera.

Reconociendo que la captación de recursos del público es pilar fundamental en el fortalecimiento del sistema financiero hondureño; no obstante, aún persisten altos niveles de exclusión financiera. Tomando en consideración la estructura económica del país, donde datos del INE revelan que el 40% de fuerza laboral se encuentra en la informalidad y otro 40% en condición de subempleados, dichas condiciones no contrastan con la oferta del sistema financiero regulado principalmente, siendo factores socioeconómicos determinantes en la exclusión financiera.

Por su parte, el acceso al crédito es otro indicativo de inclusión y responsabilidad financiera, que si se maneja inadecuadamente genera el riesgo de caer en la trampa consumo-deuda, con posibilidades de llegar a altos niveles de morosidad. Pero a la vez, es el mecanismo que muchos hondureños utilizan para solventar necesidades básicas ante diferentes tipos de urgencias y precariedad.

Por lo tanto, se sugiere que la educación financiera enseñe a los usuarios financieros a comprender el funcionamiento del sistema económico en que vive, esto ayudará a generar conciencia sobre la naturaleza del sistema financiero al que puede acceder. A su vez, es necesario que el Estado siga apostando en reducir la brecha financiera, mediante la creación de mecanismos financieros que tomen en cuenta las condiciones socioeconómicas de la mayoría.

En el país existen modelos de financiamiento incluyentes, colectivos y comunitarios llamados “Grupos de ahorro y crédito GAC/VSLA”, impulsados por la cooperación internacional y que podrían contribuir a disminuir dicha exclusión financiera. Es ineludible romper el paradigma que el éxito de la educación financiera consistirá en modificar patrones de consumo de los individuos, se debe apostar a la enseñanza de transformación de las estructuras económicas que generan exclusión.

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