El 25 de mayo es fecha propicia para rememorar la vida y obra, poco conocida del periodista y orador liberal Álvaro Contreras, cuyos “despojos venerados” descansan en El Salvador, en donde murió en 1882. Allí, en un cementerio de la patria ajena, el gran Rubén Darío le rindió un póstumo homenaje con el sentido discurso de la despedida. En ese momento de pesar el bardo nicaragüense conoció a Rafaela Contreras, quien se convirtió en su primera esposa, hija del patriota que partía hacia la eternidad. Rafaela Contreras Cañas fue una de las primeras mujeres en cultivar el cuento en Centroamérica. Con el poeta Rubén Darío procrearon a su único hijo, Rubén Álvaro Darío Contreras. Una ilustre conjunción de los nombres del padre y el abuelo.
Hoy, el premio más prestigioso al periodismo en Honduras lleva el nombre de Álvaro Contreras para reconocer la trayectoria profesional de los que cada año son galardonados con esa presea, la cual representa el reto de hacer honor a la vida y obra del periodista y tribuno, fundador de periódicos, y guerrero inclaudicable.
Álvaro Contreras nació en 1839 en la ciudad minera de Cedros y se educó en Tegucigalpa hasta obtener su grado de bachiller. Desde muy temprano inició su carrera en el periodismo defendiendo la causa de los derechos del hombre. Trabajó muy de cerca en el gobierno de Cabañas, cuando apenas era un adolescente. El dictador José María Medina lo expulsó del país, por lo que tuvo que ir a buscar el sustento en tierra extranjera en 1869.
En Costa Rica pronto se dio a conocer como periodista y orador, y con estas dos fases de su carrera es como se le recuerda hasta su muerte. El intrincado campo de la política en aquel país centroamericano vuelve a complicarle la vida y es expulsado nuevamente. Tomando el camino del destierro llega a El Salvador.
Álvaro Contreras fue uno de los primeros literatos que produjo América Central. Por su estilo armonioso y solemne ha sido considerado como el más elocuente de los tribunos y el más fácil, inspirado y fecundo de los escritores centroamericanos. Sin embargo, era aún mucho más grande en su vida ordinaria, en el trato familiar con sus amigos. Si un taquígrafo hubiera podido recoger sus conversaciones, podrían haberse publicado como conferencias familiares de literatura, estiman los historiadores.
Su casa era centro de tertulia; casi solo él hablaba, pero sus conversaciones eran embelesantes y de mucha altura.
El Colegio de Periodistas de Honduras (CPH) anunció que este año el periodista Dagoberto Rodríguez se hizo acreedor al premio Álvaro Contreras por el tesón de su trabajo y el profesionalismo en el ejercicio de su carrera. Excelso homenaje por el personaje que representa la presea. ¡Enhorabuena!