24/04/2025
07:05 PM

Flexibilidad

Elisa M. Pineda

Estamos en tiempos de incertidumbre. Hay muchos temas complejos en el aire y muchas variables que aún no están definidas.

Quizás ya hayamos experimentado situaciones muy similares a nivel mundial, incluso más complejas; probablemente lo que las hace ahora más intensas es la interconexión de gran parte del mundo, gracias a las posibilidades que nos brinda internet.

La conciencia del mundo como un todo, que aparece en distintos momentos, especialmente después de la pandemia por covid-19, parece mayor que antes.

Este mundo de conexiones permanentes se polariza cada vez más, fortaleciendo posiciones antagónicas y narrativas que suelen atrincherarse en los argumentos, alejándose de la búsqueda de soluciones compartidas.

Estamos en un contexto en el que toman fuerza las estrategias de “suma cero” en las que una sola parte parece ganar, alejándonos del “ganar-ganar”, en el que cada parte obtiene resultados aceptados.

Es un tiempo de hablar para fortalecer posiciones inamovibles, de ser hostiles antes de que otros lo sean; de dirigirse a los que piensan igual, dejando por fuera aquellos que medianamente deciden disentir.

Lo vemos no solamente en el escenario internacional, sino especialmente en el propio país. Sería ingenuo pensar que la fuerza de aquel mensaje de inicio de año en voz de nuestra mandataria pasaría sin generar mayor controversia; antes bien, parece que el efecto deseado era precisamente ese: conocer el terreno, saber qué tanto podría ser aceptada o rechazada una decisión tan sensible para la relación bilateral con Estados Unidos, argumentando la protección de los migrantes irregulares.

Porque la relación entre la permanencia de la base militar de Palmerola y la protección de los connacionales en el exterior solamente pueden justificarse a través de la óptica de la seguridad nacional, una perspectiva prematura, considerando que el presidente electo de la nación del norte aún no toma posesión y que, por lo tanto, no habrá una respuesta inmediata. La premura del mensaje parece tener un sentido: unificar a la población utilizando temas sensibles para el orgullo nacional, como lo es nuestra soberanía. La estrategia ha sido utilizada muchas veces, en esta y otras latitudes, cuando se ha requerido lograr cohesión.

Más allá del mensaje final que acaparó la atención de la opinión pública, hay otros temas clave que no podemos obviar: La combinación de logros de la actual administración en un contexto complejo, por la herencia y la situación internacional, como una excusa anticipada por lo que quedará por cumplir.

Llama la atención la utilización de frases como “los ataques más viscerales y feroces que en la historia un mandatario ha tenido que tolerar” y más adelante refiriéndose a los logros en materia de inversión social “aunque los ciegos lo no reconozcan”.

Lejos de llamar a la unidad del país en medio de la complejidad, fue un mensaje con tintes de hostilidad aún a los propios connacionales, porque es la presidenta de todos los hondureños y no solamente de una parte.

Será necesario reconocer que es preciso flexibilizar los mensajes, para hacerlos más respetuosos e incluyentes para una audiencia diversa y plural. Ni todos somos resistencia, ni cómplices de la narco-dictadura. Hay amplios grupos poblacionales que siguen manteniendo la esperanza en que es posible un cambio en Honduras.

La flexibilidad debe estar presente, dejando a un lado las acostumbradas arengas ideológicas que ahora corresponden a otras personas. La incertidumbre se enfrenta fortaleciendo la confianza, sin dudas, ni dobleces.

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