Moscú y Pionyang acordaron ofrecerse asistencia militar en caso de agresión y allanaron el camino para más intercambios de defensa, un movimiento que, según los analistas, deja en una situación compleja tanto a Pekín, máximo aliado de ambos países, como a Seúl, Tokio y Washington, para los que eleva el desafío.
Los líderes de Rusia y Corea del Norte, Vladímir Putin y Kim Jong-un, firmaron en la víspera el llamado “Acuerdo integral de asociación estratégica”, la nueva hoja de ruta para sus relaciones bilaterales que sustituye a anteriores tratados diplomáticos, durante la primera visita del mandatario del Kremlin a Pionyang en 24 años.
La asistencia militar mutua ante un eventual ataque es la novedad más destacada del documento, con el que Putin y Kim envían una advertencia a Estados Unidos y sus aliados asiáticos -insistiendo en que se ciñen a la ley internacional-, y también redibujan las alianzas regionales bajo la atenta mirada de Pekín.
Multipolaridad y aviso para EE UU y aliados
“El pacto significa una renovación de las garantías de seguridad de la Guerra Fría consideradas difuntas en 1990, cuando Corea del Sur y Rusia normalizaron relaciones”, señaló el estadounidense Victor Cha, exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, a través de su cuenta en X.
Cha, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, considera también que el acuerdo supondrá “una escalada en la cooperación militar”, incluyendo más suministro de municiones y misiles balísticos norcoreanos para la guerra en Ucrania, y “una posible proliferación del envío de tecnología avanzada rusa a Corea del Norte”. Además del potencial impacto en el conflicto de Ucrania a través del envío de armamento que Washington, Seúl y otros países occidentales vienen denunciando, Estados Unidos y sus aliados deberán lidiar ahora con unos lazos de seguridad formalizados entre Moscú y Pionyang.
Muchos analistas consideran la cláusula de asistencia de defensa mutua precisamente como una respuesta al mayor acercamiento militar entre Washington, Seúl y Tokio de los últimos años, incluyendo la colaboración de Japón y Corea del Sur con la Otan, y creen que tendrá también el efecto de empujar a estos tres socios y a otros países afines a “blindarse” aún más frente al eje ruso-norcoreano.
