05/12/2025
12:10 AM

Desplazados

Elisa M. Pineda

Hace algunos años conversaba con una colega de una organización social sobre cómo ya en aquel entonces observábamos un incremento de personas originarias de La Mosquitia asentadas en San Pedro Sula.

Mientras fluía el diálogo surgía la reflexión sobre lo complejo que puede ser sentirse extranjero en su propio país, con una lengua distinta al español, expresiones culturales también diferentes y con la serie de desafíos que representa la vida en una ciudad compleja como esta.

Pensábamos también en otras personas de nuestros grupos étnicos que se ven forzadas a cambiar de domicilio para huir de la violencia y la escasez.

Aquella situación que me parecía, como ahora, muy poco visible en los medios de comunicación más allá de las estadísticas eventuales es lamentablemente muy común en este país.

Se estima que hay más de 240,000 personas desplazadas internamente en Honduras; es decir, de personas que se ven obligadas a huir de sus hogares, principalmente por la violencia, como sucede en nuestro caso, así como por conflictos, violaciones a los derechos humanos y desastres naturales.

Las personas desplazadas son vulnerables y requieren atención especial; ante esta situación, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Honduras hace una importante labor por los derechos de las personas desplazadas, así como brindando ayuda humanitaria y articulando esfuerzos con otros sectores.

Además, a partir de 2022, Honduras cuenta con la Ley de Prevención, Atención y Protección de Personas Desplazadas Internamente. Si bien este marco legal es un gran avance en la materia, se requiere generar una mayor conciencia en diversos espacios.

Las personas desplazadas requieren ayuda humanitaria, así como oportunidades de empleo, educación y salud, todo con el debido respeto a su dignidad. Es un tema social con múltiples aristas.

El trabajo conjunto por la inclusión social y la creación de oportunidades de desarrollo para todos debe contar con la participación de múltiples actores, desde la sociedad civil, la empresa privada y la academia.

El conocimiento sobre la propia realidad y la permanencia de este tema en las agendas no solo pública, sino también académica y empresarial, es un paso de muchos que hay que dar para avanzar en el camino.

La acción colectiva de las organizaciones y especialmente de las personas es indispensable para que cada hondureño dentro de este territorio no solamente se sienta siempre bienvenido, sino que también encuentre las condiciones para desarrollarse aquí. Este tema puede tomar mucha más relevancia en un futuro cercano, hay que tenerlo presente.

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