19/01/2025
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Cronopatía

  • 08 diciembre 2024 /
Emy James

Sensación de que el tiempo no alcanza sin importar la hora a la que nos levantemos. Andar siempre “a la carrera”, tener todos los días de la semana agendados, que el discurso de siempre sea el de “no tengo tiempo” y “estoy ocupado”.

Que nos sintamos incómodos cuando no estamos haciendo nada, que creamos que la única forma de “estar bien” es siendo productivos, podría ser una clara señal de que sufrimos cronopatía, la enfermedad del tiempo.

“La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa”, aseguraba Gregorio Marañón, médico, político, historiador y escritor español. Además, ya hemos comprobado que hacer varias cosas a la vez baja eficiencia y que el estrés al que nos sometemos provoca que decidamos mal, ya que el cortisol nos empuja a escoger opciones arriesgadas, sin mencionar que nos termina enfermando y peor...

O sea, que no vale mucho la pena andar por la vida de esta manera.

Cronos es conocido en la mitología griega como el dios del tiempo, un gigante que devoraba a sus hijos y que simboliza el tiempo que pasa. Ese tiempo tan ansiado, irrecuperable, escurridizo e irrepetible.

El mismo que nos han asegurado (y nosotros lo hemos más que creído, internalizado) que “vale oro”. Y es por esto que nos la vivimos en pos de él, tratando de alcanzarlo, sin lograrlo nunca.

Luego pathos significa enfermedad. De estas dos palabras (Cronos y pathos) se deriva el término cronopatía, y desafortunadamente cada vez más, y por este mundo moderno que todo lo necesita para ya, más y más gente está padeciéndola, a veces, sin darse cuenta siquiera, porque por las mismas prisas se vive “desconectado”, emocionalmente hablando.

Otra cosa que estamos dejando de tomar en cuenta es el hecho de que los momentos de ocio son importantísimos para la creatividad.

Aquí cabe aclarar que estos momentos no comprenden pasársela en el celular, sino tener la mente libre y relajada porque es en estas circunstancias cuando más ideas y soluciones surgen, ya que resulta que las neuronas asociativas de nuestro encéfalo se activan precisamente en esos períodos de tranquilidad mental, como cuando nos duchamos, jugamos con un lápiz o pensamos en la vida de las hormigas.

Al conectarse estas neuronas se favorece la aparición del “efecto eureka”, en el que encontramos soluciones totalmente inesperadas a problemas complicados.

Hay varias causas que pueden habernos conducido a vivir de prisa; tener una personalidad tipo A, las demandas de nuestros tiempos y lo mal visto que es no tener nada que hacer, por ejemplo.

Si trabajamos en la primera, nos desligamos un poco de la segunda e ignoramos la tercera podría ser que se alargue un poco más nuestro propio tiempo por aquí.