The New York Times
Por: Alex Schechter/The New York Times
El Valle de la Muerte se autopromociona como el parque nacional más bajo, seco y caluroso de Estados Unidos. Cada verano, un calor insoportable azota el valle, haciéndolo inapropiado para seres humanos.
La gente acude de todas formas. Alrededor de 250 mil de las más de un millón de personas que visitan el parque anualmente lo hacen en junio, julio y agosto. (El parque recibió 1.4 millones de visitantes en el 2024, la cifra más alta registrada).
La popularidad del parque coincide con otra tendencia: las temperaturas al alza. Siete de los 10 veranos más calurosos del parque han ocurrido en la última década. En el 2007, la temperatura promedio fue de 39.2 grados centígrados; en el 2024, fue de 40.3 grados. En julio del 2024, el parque soportó temperaturas de 52 grados o más durante nueve días seguidos: un récord.
Este verano, las temperaturas han llegado a alcanzar los 51 grados centígrados.
Sorprendentemente, nada de esto disuade a personas como Steven Yoder, de Virginia, quien a mediados de julio se encontraba en medio de un viaje en casa rodante por el oeste estadounidense con su esposa y sus seis hijos. Se maravillaron con los impresionantes picos del Valle de la Muerte y el desolado paisaje marciano. “En Virginia, consideramos que nuestro calor es bastante intenso, pero esto es otra cosa”, dijo.
Récords de calor
Matthew Lamar, un guardabosques, dijo que la mayoría de los visitantes de verano disfrutan de una experiencia sin peligro siempre que sigan los protocolos de seguridad del parque: minimizar el tiempo de exposición a la intemperie (a no más de 10 minutos de un auto con aire acondicionado), beber agua (al menos unos 4 litros al día), consumir refrigerios salados y permanecer en las carreteras pavimentadas.
En julio y agosto, los viajeros europeos, muchos de ellos familias con niños en vacaciones de verano, suelen representar dos tercios de los huéspedes del Oasis at Death Valley, que incluye dos hoteles dentro del parque.
Para algunos, mientras más drástico sea el calor, más atractivo se vuelve el parque, afirmó Cameron Cole, director de sostenibilidad del hotel. “Si hay un encabezado que dice que el Valle de la Muerte está batiendo récords de calor, tendremos un aumento repentino de visitantes”, afirmó. “Pensarías que ahuyentaría a la gente, pero vienen para subir algo genial en Instagram”.
Hablé con un viajero alemán que había hecho una excursión de un día desde Las Vegas. El calor en Las Vegas, dijo, era igual de intenso, pero prefería estar aquí, donde podía estirar las piernas y contemplar el paisaje estadounidense. “La semana pasada en Alemania hizo 37 grados centígrados”, añadió.
El parque estima que una persona muere cada dos años por enfermedades relacionadas con el calor, aunque el año pasado hubo cuatro muertes. El calor inusual parece provocar comportamientos inusuales. Tras regresar de una caminata en agosto del 2024, un hombre cayó con su auto por un desfiladero de 6 metros; otro se quemó las plantas de los pies al caminar descalzo sobre las dunas de arena. Cuando se producen lesiones, el personal debe ser estratégico: el hospital más cercano con centro de traumatología está a dos horas y 15 minutos, en Las Vegas.
El parque coloca advertencias en los inicios de los senderos, incluyendo señales rojas que anuncian “peligro de calor extremo” (traducidas a otros siete idiomas). Pero en el 2021, al darse cuenta de que la mayoría de los turistas los ignoraba, añadieron letreros de un metro de altura: “¡EL CALOR MATA!”. Debajo del texto hay una imagen de un helicóptero con una tacha. (La mayoría de los helicópteros, incluyendo las ambulancias aéreas, no puede volar a temperaturas superiores a los 48 grados centígrados).
“Ese parece llamar la atención de la gente”, dijo Abby Wines, superintendente adjunta interina del parque.
El Badwater 135, un ultramaratón de 217 kilómetros se celebra en el parque en julio. La carrera, sólo por invitación, atrae a unos 100 competidores de Estados Unidos y lugares como Noruega y Japón, y es una de las más arduas del mundo: tras soportar un día entero bajo un sol abrasador, los corredores, con sombreros y pañuelos llenos de hielo, pasan los últimos 21 kilómetros ascendiendo hasta la mitad del Monte Whitney, de 4 mil 420 metros.
“El calor es algo que he aprendido a amar”, dijo Erika Small, de 52 años y residente en Los Ángeles, quien quedó en el puesto 42 en la carrera este año. Explicó que el Valle de la Muerte es atractivo en cualquier momento. Pero en julio, “el desierto casi parece más vivo”.
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