Brasilia, Brasil
La hora de la verdad ha llegado para Jair Bolsonaro, que podrá demostrar a partir de hoy si tiene tanta habilidad para gobernar Brasil como para hacer diatribas electorales contra la corrupción política, los partidos de izquierda y la “ideología de género”.
| 55%
Con este porcentaje de los votos, venció en segundo turno el 28 de octubre al candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.
|
El exmilitar, de 63 años, llega con una legitimidad conferida por una clara victoria en las urnas y con un paisaje político devastado por cuatro años de escándalos de corrupción, de crisis económica y de auge de la criminalidad. La izquierda está dividida y los partidos de centro-derecha quedaron reducidos a fuerzas inexpresivas.
El Partido Social Liberal (PSL) del mandatario, con apenas 52 escaños de un total de 513, será la segunda bancada de una pulverizada Cámara de Diputados.
| Simpatizantes celebraron ayer en Brasilia.
|
Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización al porte de armas.
También obtuvo el respaldo del mundo de los negocios, seducido por sus promesas de recortes fiscales y privatizaciones. El ultraderechista gobernará con los sectores más conservadores de Brasil y un libreto que desempolva el anticomunismo de los años 60 y mezcla a militares y evangelistas con una versión remozada de los “Chicago Boys”.
El coctel ideológico conservador que plantea el capitán de la reserva del Ejército también entierra el llamado “presidencialismo de coalición”, que funcionó en el país durante tres décadas y colapsó con su elección.
A diferencia de sus antecesores, que distribuyeron el poder entre diversos partidos a fin de garantizar la gobernabilidad y los votos en el Congreso, Bolsonaro apuesta por la llamada “meritocracia” los valores conservadores que, en su opinión, están arraigados en la sociedad y encarnan sobre todo las Fuerzas Armadas.
De hecho, Bolsonaro tendrá al general de la reserva Hamilton Mourao en la vicepresidencia; y a cinco miembros de las Fuerzas Armadas, una pastora evangelista, un juez reconocido por su combate contra la corrupción y a empresarios del campo en su gabinete.
La ceremonia estará cercada por un riguroso plan de seguridad, sin precedentes para una investidura en Brasil. Incluye un sistema anti-misiles, la prohibición de llevar paraguas -aunque en Brasilia sea la época de lluvias-, mochilas o coches de bebé.
El domingo, se realizó el último ensayo de los trayectos y pasos previstos para el protocolo de traspaso de mando.
Embajada de Brasil a Jerusalén
Brasil moverá su embajada en Israel a Jerusalén y apenas falta decidir cuándo ocurrirá la transferencia, dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante un compromiso en Río de Janeiro.
“No es una cuestión de ‘si’ (lo hace), sino de ‘cuándo’” lo hace, dijo Netanyahu a representantes de una comunidad judía en Río.
El líder dijo que el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, le aseguró en una reunión el viernes que ejecutaría la transferencia. Señaló que el presidente de EEUU, Donald Trump, había cumplido su promesa de mudar la embajada de su país y que Bolsonaro “también lo hará”.
El asunto de la embajada ha estado rondando durante la visita de Netanyahu a Brasil, la primera a este país por un primer ministro israelí.
Netanyahu llegó el viernes y fue directo a reunirse con Bolsonaro, quien en noviembre dijo que pretendía seguir los pasos de Trump moviendo la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén. Pero luego retrocedió diciendo que eso “no está decidido aún”.
Los productores de carne en Brasil están preocupados de que el cambio de la embajada amenace sus exportaciones, valoradas en unos 1,000 millones de dólares a los países árabes. Esos países, y los palestinos, ven a Jerusalén oriental como la capital de un futuro estado palestino.