La muerte del Papa Francisco, ocurrida a los 88 años, ha marcado el fin de una era en el Vaticano. Jorge Mario Bergoglio fue el Papa número 266 de la Iglesia Católica y el primero en provenir de América Latina.
Su fallecimiento ha provocado reacciones de duelo a nivel mundial, pero también ha reavivado antiguas teorías sobre el futuro de la Iglesia, basadas en profecías atribuidas a Nostradamus.
Uno de los fragmentos más citados de las interpretaciones del astrólogo francés menciona la llegada de un “Papa Negro” y la posterior destrucción de la llamada “Ciudad de las siete colinas”, una descripción que muchos asocian con el Vaticano.
En un momento de incertidumbre y especulación, estas supuestas predicciones han vuelto a circular con fuerza en redes sociales y medios digitales.
¿Quién sería el “Papa Negro”?
Entre los nombres que se mencionan como posibles sucesores de Francisco figuran cardenales africanos como Peter Turkson (Ghana) y Robert Sarah (Guinea), lo que ha dado pie a que algunos vinculen estos escenarios con la figura del “Papa Negro”.
Sin embargo, esta expresión también ha sido interpretada de forma simbólica, aludiendo al posible liderazgo de alguien con una visión reformista o incluso a un papa jesuita, como lo fue Francisco, cuyo hábito negro ha sido objeto de interpretaciones esotéricas.
La teoría del fin de los tiempos
Además del "Papa Negro", algunas versiones de las profecías de Nostradamus anticipan la destrucción de Roma y el juicio final, predicciones que han sido vinculadas por algunos a un supuesto colapso institucional o espiritual de la Iglesia Católica.
Otra fuente frecuente de interpretación es la profecía de San Malaquías, un documento medieval que lista 112 lemas para identificar a cada Papa hasta llegar al último, quien presuntamente gobernará durante el Apocalipsis.
Entre la fe y la especulación
El contexto actual ha dado nueva visibilidad a estas teorías, aunque no existe evidencia alguna que respalde sus afirmaciones.
Expertos en religión y estudios históricos coinciden en que estas profecías deben leerse como construcciones literarias y no como pronósticos verificables.
