Unos 3.000 brasileños vestidos con el verde y amarillo de la bandera nacional marcharon pacíficamente este domingo hacia el Congreso Nacional para exigir la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
Las manifestaciones contra la acosada mandataria convocadas este domingo por grupos opositores en todo el país servirán de test para medir la insatisfacción popular y pueden pesar en el voto de los legisladores que estudian su destitución.
Hartos de la corrupción y en medio de la peor recesión económica en décadas, la inflación en dos dígitos y el alza del desempleo, muchos manifestantes rodeaban un gigantesco muñeco inflable de la mandataria con una gran nariz apodado de 'Dilmentiras', izado frente al Congreso.
'El tiempo está demostrando la incapacidad de Dilma de gobernar el país. Está llevando el país a un pozo hace tiempo ya. Hay elementos para el impeachment, la presidenta hizo muchas maniobras fiscales' ilegales, dijo a la AFP el ingeniero Adriano de Queiroz, de 36 años.
Acusada de maquillar las cuentas públicas y con una popularidad de apenas 10%, Rousseff enfrenta un procedimiento de impeachment en el Congreso que ha sido liderado por su archienemigo Eduardo Cunha, el jefe de Diputados e investigado a su vez por corrupción en el marco del megafraude a la estatal Petrobras.
'Sinceramente, espero que Cunha salga preso del Congreso, esposado, y que Dilma caiga también. Precisamos un gobierno más digno', dijo Queiroz.
Para este manifestante, los escándalos de corrupción de compra de votos en el Congreso en el primer gobierno del expresidente Luiz inacio Lula da Silva (conocido como 'mensalao') y el megafraude en Petrobras descubierto en 2014 'dejan claro que lo que el Partido de los Trabajadores (PT, en el gobierno) quiere es perpetuarse en el poder'.
Lea más: Maduro advierte de 'un golpe de Estado' contra Rousseff
Además: Tribunal Supremo suspende juicio político de Rousseff
Los organizadores desconocen aún si podrán igualar la concurrencia de las otras tres protestas realizadas contra Rousseff este año, que llegaron a juntar a más de un millón de personas en marzo y a cientos de miles en abril y agosto.