Los hermanos mayores se creen los más listos y lo son. Una investigación realizada a partir de los datos de más de 20.000 personas confirma la teoría de que los primogénitos son los más inteligentes y este valor comienza a descender hasta llegar al último de los hermanos. Sin embargo, nacer primero o último en una familia no condiciona la personalidad.
Según el estudio, el orden de nacimiento no influye en la extraversión, la estabilidad emocional, la amabilidad, la responsabilidad o la imaginación. 'La principal noticia de nuestro estudio es que no encontramos efectos del orden de nacimiento en cualquiera de las dimensiones de la personalidad, más allá del dominio intelectual', explicó el líder del estudio, el psicólogo Stefan Schmukle.
Los investigadores analizaron tres importantes bases de datos de Alemania, Reino Unido y EUA, en las que se podían controlar variables como el tamaño de la familia, edad, origen y estatus socioeconómico. Al analizarlas, descubrieron una correlación: los sujetos registran 1,5 puntos de cociente intelectual más a medida que se acercan al primogénito.
Esta es una diferencia estadísticamente notable, pero irrelevante a efectos prácticos, más allá de la validez que se le dé a estas pruebas de inteligencia. Sin embargo, se trata de un dato que consolida teorías previas, como la de Francis Galton, primo de Darwin. Había detectado que muchos de los importantes científicos de su época, a finales del XIX, eran los hermanos mayores en sus familias y sus pesquisas le dieron la razón.
¿A qué se debe?
Estudios realizados bien entrado el siglo XX han confirmado la tesis de Galton: los mayores muestran mayor inteligencia que los últimos en llegar a la familia. ¿A qué se debe? Los investigadores no están seguros de por qué los primogénitos muestran mayor inteligencia pero podría deberse a ciertas condiciones durante la gestación o quizá a factores ambientales.
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Otra de las conclusiones del estudio tiene que ver con la percepción de uno mismo respecto a su curiosidad intelectual. 'Los primogénitos eran más propensos a asegurar que cuentan con un vocabulario más rico y con menos dificultad para entender las ideas abstractas”, aclara Schmukle; es decir, los primogénitos eran los que más inteligentes se veían a sí mismos y sus puntuaciones en las pruebas de intelecto también eran mejores.
