San Salvador.
La poderosa fuerza derechista Arena se consolidó ayer como la mayor fuerza parlamentaria de El Salvador en el conteo preliminar de las elecciones legislativas y municipales del domingo, algo que no ocurría desde el fin de la guerra civil en 1992.
Escrutadas el 72.24% de las actas, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) sumaba 618,458 votos, contra 364,399 del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) del presidente Salvador Sánchez Cerén, informó el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
En tercer lugar figura la también derechista Gran Alianza por la Unidad (Gana) con 177,163 votos.
Arena comenzó ayer a celebrar su triunfo, que incluyó la contienda municipal, al recuperar la alcaldía de la capital con su candidato Ernesto Muyshondt, quien venció a Jackeline Rivera, del FMLN.
Diversos analistas políticos, igual que las encuestas, preveían este “voto de castigo” a la izquierda, atribuido principalmente al desgaste del FMLN como partido gobernante desde 2009 y por la expulsión del actual alcalde de San Salvador, considerada la “joya de la corona” en las elecciones salvadoreñas, Nayib Bukele, uno de los políticos más populares.
El abstencionismo y los votos nulos representaron el descontento de la ciudadanía salvadoreña en un evidente castigo a la clase política.
El secretario de Comunicaciones de la Presidencia, Eugenio Chicas, anticipó “una detenida reflexión” para determinar “en qué le hemos fallado a la gente”.
Catástrofe
Mientras tanto, los derechistas continúan celebrando su “gran victoria” y el FMLN analiza la forma de digerir los resultados y sentar una postura ante la evidente “catástrofe” política en la que han caído.
Los resultados, señalan analistas, pueden dificultar al presidente Sánchez Cerén la gobernabilidad para su último año de mandato, que concluye en junio de 2019.
Si al final del escrutinio la izquierda “tiene 28 o menos (diputados), el escenario para el FMLN es complicadísimo por cuanto estaría fuera de las discusiones que requieren de mayoría calificada”, como las elecciones de magistrados y el fiscal, anticipó el politólogo Álvaro Artiga.
La poderosa fuerza derechista Arena se consolidó ayer como la mayor fuerza parlamentaria de El Salvador en el conteo preliminar de las elecciones legislativas y municipales del domingo, algo que no ocurría desde el fin de la guerra civil en 1992.
Escrutadas el 72.24% de las actas, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) sumaba 618,458 votos, contra 364,399 del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) del presidente Salvador Sánchez Cerén, informó el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
En tercer lugar figura la también derechista Gran Alianza por la Unidad (Gana) con 177,163 votos.
Arena comenzó ayer a celebrar su triunfo, que incluyó la contienda municipal, al recuperar la alcaldía de la capital con su candidato Ernesto Muyshondt, quien venció a Jackeline Rivera, del FMLN.
Diversos analistas políticos, igual que las encuestas, preveían este “voto de castigo” a la izquierda, atribuido principalmente al desgaste del FMLN como partido gobernante desde 2009 y por la expulsión del actual alcalde de San Salvador, considerada la “joya de la corona” en las elecciones salvadoreñas, Nayib Bukele, uno de los políticos más populares.
El abstencionismo y los votos nulos representaron el descontento de la ciudadanía salvadoreña en un evidente castigo a la clase política.
El secretario de Comunicaciones de la Presidencia, Eugenio Chicas, anticipó “una detenida reflexión” para determinar “en qué le hemos fallado a la gente”.
Catástrofe
Mientras tanto, los derechistas continúan celebrando su “gran victoria” y el FMLN analiza la forma de digerir los resultados y sentar una postura ante la evidente “catástrofe” política en la que han caído.
Los resultados, señalan analistas, pueden dificultar al presidente Sánchez Cerén la gobernabilidad para su último año de mandato, que concluye en junio de 2019.
Si al final del escrutinio la izquierda “tiene 28 o menos (diputados), el escenario para el FMLN es complicadísimo por cuanto estaría fuera de las discusiones que requieren de mayoría calificada”, como las elecciones de magistrados y el fiscal, anticipó el politólogo Álvaro Artiga.