Primero fueron las libélulas, que inspiró el desarrollo de un dron o avión no tripulado denominado BionicOpter, que pesa menos de 200 gramos y puede imitar técnicamente el vuelo del insecto volador biológico que emula, incluyendo sus capacidades de mantenerse suspendido en el aire y volar en reversa.
Ahora le ha tocado el turno a las hormigas y a las mariposas, dos insectos cuya fisiología y comportamiento han servido como fuente de inspiración a los ingenieros de la compañía alemana Festo (www.festo.com) para desarrollar una nueva generación de robots que cooperan entre si, en pequeños enjambres o colonias.
Estos insectos robóticos con comportamiento colaborativo, llamados BionicANTs (hormigas biónicas) y eMotionButterflies (mariposas con movimiento electrónico), forman parte del proyecto Bionic Learning Network (Red de aprendizaje biónico) destinado a desarrollar nuevas tecnologías de automatización para aplicaciones industriales, inspiradas en los seres vivos.
Las BionicANTs y eMotionButterflies se utilizan como “banco de prueba” de nuevos componentes y materiales, procesos de miniaturización y fabricación ultraligera, combinación de tecnologías y trabajo de mecanismos en equipo, para las fábricas del futuro, inspirados en las estrategias que ha desarrollado la naturaleza durante millones de años para adaptarse al entorno.
Las mariposas eMotionButterflies pueden activar sus alas individualmente con precisión y efectuar movimientos rápidos. También desarrollan un comportamiento colectivo coordinado con la ayuda de un posicionador geográfico o GPS para interiores y de una serie de cámaras infrarrojas.
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Para sus BionicANTs, Festo ha tomado como modelo la delicada anatomía de la hormiga y ha trasladado el comportamiento cooperativo de las criaturas naturales al mundo de la tecnología, usando para controlarlos programas informáticos y modelos matemáticos muy complejos almacenados en cada hormiga-robot.
Al igual que sus modelos naturales, estos insectos biónicos trabajan juntos bajo reglas claras, se comunican entre sí y coordinan sus acciones y movimientos los unos con los otros, según esta compañía. Estas hormigas artificiales demuestran cómo los componentes individuales autónomos pueden reaccionar ante diferentes situaciones y, a la vez, resolver una tarea compleja, coordinarse entre sí y trabajar juntos como un sistema en red, encontrando la solución a un trabajo determinado como empujar y tirar de un objeto para trasladarlo dentro de un área definida, según Festo. Las hormigas realizan esta tarea colaborativa por medio de su ‘inteligencia distribuida’ e intercambiando información entre ellas, a través del módulo de radio ubicada en sus torsos, de acuerdo a su ficha técnica.
Gracias a esta división inteligente del trabajo, son capaces de transportar de manera eficiente cargas que una hormiga no podría mover por si sola, añaden sus desarrolladores. Estas hormigas están equipadas con unos componentes llamados ‘transductores piezocerámicos de flexión’, en sus piezas bucales, para agarrar los objetos, y también con patas para moverlas. De acuerdos a sus especificaciones técnicas, las hormigas utilizan una cámara estéreo 3D situada en su cabeza para identificar el objeto de agarre y para localizarse a sí mismas respecto del entorno. Con su ayuda, cada hormiga puede contextualizarse en su ambiente usando puntos de referencia. EFE
Los insectos artificiales se utilizan como “banco de prueba” de nuevos componentes y materiales, procesos de miniaturización y fabricación ultraligera, combinación de tecnologías y trabajo de mecanismos en equipo, inspirados en las estrategias de la Naturaleza para adaptarse al entorno, según Festo.
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