Lo recuerdan como Celsinho, pero su verdadero nombre es Celso Fredy Güity, una de las glorias de España 82. Sus ojos brillan cuando recuerda que fue estrella del equipo Marathón, seleccionado nacional, jugó con el Municipal de Guatemala y con el Sula de La Lima. Sonríe y se entusiasma al recordar esa época de gloria que por cierto no fue muy larga.
Su carrera futbolística se truncó porque el salario que le pagaban era poco, 200 lempiras en sus inicios con el equipo verdolaga, y para variar no había puntualidad al pagar el salario.
La necesidad de salir adelante y buscar un mejor futuro lo llevaron a emigrar a Estados Unidos, donde su vida dio un giro total. Pasó de mundialista a constructor. Hoy, vistiendo la camisa de su equipo español Barcelona, cuenta sus experiencias y lo difícil que es abrirse camino en un país donde existen múltiples barreras para los migrantes indocumentados. Muchos hondureños se acercan a Güity y le dicen: “Tú eras un artista del balón”.
El hijo de Corozal sonríe cuando las personas le recuerdan su paso por el fútbol, pero dice que ésos fueron otros tiempos.
Llegó en buen tiempo
No se queja de su buena suerte, pero confiesa que tuvo que aprender muchas cosas para salir adelante en el país del sueño americano.
“Tuve la suerte de venir en un buen tiempo y conseguir trabajo. He podido ahorrar, pero la situación actual es difícil”, dijo.
La necesidad de salir adelante ha llevado al ex futbolista a aprender todo lo relacionado con la construcción.
Desde que llegó a EUA se dedica a esos menesteres para agenciarse dólares. Eso le ha servido para ahorrar y hacerse de algunas propiedades y lo más importante: mandar remesas para su familia, pues por ella decidió dejar su carrera de futbolista para salir adelante.
Güity manifiesta que los Gobiernos de países como Honduras son responsables de que la migración aumente porque no trabajan con programas de empleo que mejoren la calidad de vida de los hondureños y las familias en el país.
“Los catrachos deben saber que ahorita no es fácil encontrar un trabajo; ya no hay oportunidades como antes. Hay grandes obstáculos como el idioma y la forma de vida, cuesta acostumbrarse a vivir en otro país”, manifestó.
Con nostalgia reflejada en su rostro y voz entrecortada, aunque tiene varios años de vivir en Nueva York, Güity dice que extraña su país, la forma de vida y la libertad con que se moviliza la gente.
Actualmente, los hondureños deben pensarlo antes de decidirse a emigrar. Los tiempos no son los mismos y la crisis afecta a todos los países. Estados Unidos no es la excepción. Güity no se queja de la vida ni de su suerte, pero sueña con una Honduras mejor.