Chiapas, México.
Histórica. Una sola palabra resume la visita del papa Francisco a San Cristóbal de las Casas en el sur de México, adonde, después de siglos de exclusión, los indígenas tuvieron el lugar que se merecen.
El Papa no solo les llevó un día de alegría. Les pidió perdón.
“Perdón, hermanos”, exclamó en la misa al referirse al maltrato y exclusión que han recibido las comunidades indígenas.
Francisco visitó Chiapas, adonde se concentra cerca del 75% de las comunidades indígenas del país y además el más pobre de México, para llevar sus palabras de esperanza a los pueblos originarios, pero también de condena por todo lo que han sufrido.
En el área del estadio municipal de San Cristóbal de las Casas, la localidad elegida personalmente por Francisco para lanzar su apoyo a los indígenas, el Papa condenó “cómo de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad”. “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones”, continuó el pontífice ante las comunidades que representan a los 11 millones de mexicanos indígenas que viven en el país.
Agregó: “Y otros han sido mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban”. “¡Qué tristeza!”, exclamó el Papa, que también instó a todos “a hacer un examen de conciencia” y a pedir “perdón”.
Después, improvisando sobre la homilía preparada, agregó un significativo “Perdón, hermanos”.
“El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”, añadió en la ciudad fundada por el español Diego Mazariegos en 1528 en un valle rodeado por montañas.
Francisco habló del anhelo de estos pueblos “de vivir en libertad (...) donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente” y denunció de nuevo cómo “de muchas formas y maneras se ha querido silenciar y callar ese anhelo”.
Y en referencia a los pueblos originarios continuó: “De muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles”.
Francisco retomó el tema de la defensa del ambiente, que también comparten con fuerza las comunidades indígenas. Y ante ello, el Papa reconoció que los pueblos indígenas “tienen mucho que enseñarnos”.
Emoción
La misa del Papa fue un homenaje a estos pueblos originarios, desde el altar, a los paramentos utilizados, pero sobre todo el uso de las lenguas indígenas durante toda la ceremonia.
La aprobación por parte del Papa de un decreto que autoriza a los indígenas el uso de su lengua en la liturgia y de la traducción de la Biblia fue uno de los momentos más aplaudidos de los cerca 90,000 indígenas mexicanos, pero también de Guatemala, que llegaron hasta San Cristóbal.
“Queremos escuchar a Dios y hablarle en nuestro propio idioma”, reivindicaron los indígenas durante la misa.
“jTatik Francisco: todo el pueblo indígena de Chiapas, de México y de Guatemala estamos muy agradecidos por tu visita aquí en nuestra Diócesis de San Cristóbal de Las Casas”, leyó el obispo de la localidad, Felipe Arizmendi, como portavoz de los indígenas.
“Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito”, continuó.
En el estado más pobre de México, en medio de las montañas de Chiapas, los coros de los indígenas en los que se alababa al “Papa de los pobres” y también a Samuel Ruiz, el obispo de esta localidad durante 40 años y que fue en algunos períodos fuertemente criticado por el Vaticano por su cercanía a la Teología de la Liberación.
“El pueblo camina con ‘Tatik (padre), Samuel y Francisco que nos animan”, se oyó en la misa.
Al finalizar la misa, el Papa continuará su gran homenaje a los indígenas al rezar frente a la tumba de Samuel Ruiz.
Come con los indígenas
Francisco no solo ensalzó la cultura y elogió la defensa de la naturaleza de los indígenas, también se sentó con ellos a comer y visitó la tumba del obispo que siempre les defendió, Samuel Ruiz.
Líderes indígenas compartieron un almuerzo sencillo con pollo y champiñones, arroz blanco, tortillas de maíz y solo agua.
Francisco quiso incluir en su viaje a México el sureño estado de Chiapas, fronterizo con Guatemala, que no habían visitado sus predecesores, y con ello rendir homenaje a los 11 millones de indígenas del país, frecuentemente marginados y olvidados.
En el estadio municipal de San Cristóbal de Las Casas, Francisco celebró una misa repleta de símbolos de la cultura maya.
Las lecturas se hicieron en las tres lenguas más habladas en el estado de Chiapas, el chol, el tzotzil y tzeltal, mientras que el resto de la liturgia fue también traducido a las lenguas de los pueblos originarios.
El homenaje a la cultura maya se apreciaba en la escenografía preparada para la misa, donde también se realizó una reproducción de la fachada de la catedral de San Cristóbal y el Cristo Negro de Esquipulas, muy venerado en la zona, y estaban presentes las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de San Juan Diego, el primer santo indígena.
Histórica. Una sola palabra resume la visita del papa Francisco a San Cristóbal de las Casas en el sur de México, adonde, después de siglos de exclusión, los indígenas tuvieron el lugar que se merecen.
El Papa no solo les llevó un día de alegría. Les pidió perdón.
“Perdón, hermanos”, exclamó en la misa al referirse al maltrato y exclusión que han recibido las comunidades indígenas.
Francisco visitó Chiapas, adonde se concentra cerca del 75% de las comunidades indígenas del país y además el más pobre de México, para llevar sus palabras de esperanza a los pueblos originarios, pero también de condena por todo lo que han sufrido.
En el área del estadio municipal de San Cristóbal de las Casas, la localidad elegida personalmente por Francisco para lanzar su apoyo a los indígenas, el Papa condenó “cómo de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad”. “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones”, continuó el pontífice ante las comunidades que representan a los 11 millones de mexicanos indígenas que viven en el país.
Agregó: “Y otros han sido mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban”. “¡Qué tristeza!”, exclamó el Papa, que también instó a todos “a hacer un examen de conciencia” y a pedir “perdón”.
Más de 100,000 personas, entre su mayoría indígenas, recibieron al Papa en el municipio de San Cristóbal de las Casas. Foto: AFP/Gabriel Bouys
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“El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”, añadió en la ciudad fundada por el español Diego Mazariegos en 1528 en un valle rodeado por montañas.
Francisco habló del anhelo de estos pueblos “de vivir en libertad (...) donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente” y denunció de nuevo cómo “de muchas formas y maneras se ha querido silenciar y callar ese anhelo”.
Y en referencia a los pueblos originarios continuó: “De muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles”.
Francisco retomó el tema de la defensa del ambiente, que también comparten con fuerza las comunidades indígenas. Y ante ello, el Papa reconoció que los pueblos indígenas “tienen mucho que enseñarnos”.
Niños con síndrome de Down lo agasajaron con marimba. Foto: AFP/Mario Vásquez
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La misa del Papa fue un homenaje a estos pueblos originarios, desde el altar, a los paramentos utilizados, pero sobre todo el uso de las lenguas indígenas durante toda la ceremonia.
La aprobación por parte del Papa de un decreto que autoriza a los indígenas el uso de su lengua en la liturgia y de la traducción de la Biblia fue uno de los momentos más aplaudidos de los cerca 90,000 indígenas mexicanos, pero también de Guatemala, que llegaron hasta San Cristóbal.
“Queremos escuchar a Dios y hablarle en nuestro propio idioma”, reivindicaron los indígenas durante la misa.
“jTatik Francisco: todo el pueblo indígena de Chiapas, de México y de Guatemala estamos muy agradecidos por tu visita aquí en nuestra Diócesis de San Cristóbal de Las Casas”, leyó el obispo de la localidad, Felipe Arizmendi, como portavoz de los indígenas.
“Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito”, continuó.
En el estado más pobre de México, en medio de las montañas de Chiapas, los coros de los indígenas en los que se alababa al “Papa de los pobres” y también a Samuel Ruiz, el obispo de esta localidad durante 40 años y que fue en algunos períodos fuertemente criticado por el Vaticano por su cercanía a la Teología de la Liberación.
“El pueblo camina con ‘Tatik (padre), Samuel y Francisco que nos animan”, se oyó en la misa.
Al finalizar la misa, el Papa continuará su gran homenaje a los indígenas al rezar frente a la tumba de Samuel Ruiz.
Fieles demuestran cariño a Francisco. Foto: AFP/Mario Vásquez
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Francisco no solo ensalzó la cultura y elogió la defensa de la naturaleza de los indígenas, también se sentó con ellos a comer y visitó la tumba del obispo que siempre les defendió, Samuel Ruiz.
Líderes indígenas compartieron un almuerzo sencillo con pollo y champiñones, arroz blanco, tortillas de maíz y solo agua.
Francisco quiso incluir en su viaje a México el sureño estado de Chiapas, fronterizo con Guatemala, que no habían visitado sus predecesores, y con ello rendir homenaje a los 11 millones de indígenas del país, frecuentemente marginados y olvidados.
En el estadio municipal de San Cristóbal de Las Casas, Francisco celebró una misa repleta de símbolos de la cultura maya.
Las lecturas se hicieron en las tres lenguas más habladas en el estado de Chiapas, el chol, el tzotzil y tzeltal, mientras que el resto de la liturgia fue también traducido a las lenguas de los pueblos originarios.
El homenaje a la cultura maya se apreciaba en la escenografía preparada para la misa, donde también se realizó una reproducción de la fachada de la catedral de San Cristóbal y el Cristo Negro de Esquipulas, muy venerado en la zona, y estaban presentes las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de San Juan Diego, el primer santo indígena.