Hace más de 70 años, el físico italoestadounidense, Enrico Fermi, planteó que, pese a las enormes complejidades para que la vida surja en el universo, la cantidad de estrellas en nuestra galaxia es tan inmensa, que deberían haber surgido suficientes civilizaciones como para haber entrado en contacto con al menos una de ellas. Entonces, “¿Dónde están?”, preguntó el científico.
Enrico Fermi.
|
El equipo desarrolló un modelo matemático para calcular la probabilidad de hallar vida inteligente en el universo. Pero la conclusión a la que llegaron dejará decepcionados a los amantes de la ciencia ficción.
Probabilidades y ecuaciones
De acuerdo con los resultados obteidos por el equipo de Oxford, matemáticamente hablando, existe hasta un 99.6% de probabilidades de que la civilización terrestre sea la única en nuestra galaxia.Si este modelo se aplica a la totalidad del universo observable, la probabilidad de que estemos solos baja hasta el 85%, lo que, dada la inmensidad del Cosmos, es todavía muy elevada.
“La vida inteligente es excepcionalmente rara”, comenta Sandberg.
Para abordar científicamente esta cuestión trascendental, en 1961, el astrónomo Frank Drake desarrolló una ecuación para calcular el número de civilizaciones que podrían surgir en una galaxia y que suele expresarse como N: R* x fp x ne x fl x fi x fc x L, en donde:
N es el número de civilizaciones que podrían surgir en la galaxia;
R* es el número de estrellas adecuadas que nacen cada año, es decir, estables y de larga vida;
fp se refiere a la fracción de las estrellas que son orbitadas por planetas;
ne es el número de planetas en la llamada “zona habitable”, o sea, ni muy cerca, ni muy lejos de su estrella;
fl es la fracción de los planetas habitables en los que efectivamente surge la vida;
fi es la fracción de planetas con vida en los que aparece la vida inteligente;
fc es la fracción de planetas con vida inteligente que desarrolla tecnología para comunicarse con otras civilizaciones y,
L se refiere al tiempo, medido en años, que una civilización puede existir.
Sin embargo, no todos se convencen de la validez del método de Drake. Para el físico Stephen Webb, la ecuación “no es más que una manera de estructurar nuestra ignorancia”.
La cuestión central se basa en la probabilidad de que la vida surja espontáneamente de materia inerte. El astrónomo Fred Hoyle lo comparó con la probabilidad de que un ciclón pase por un hangar lleno de piezas de un avión y al terminar deje atrás un avión perfectamente ensamblado y capaz de volar. Hasta una forma de vida “simple”, como una bacteria, es en realidad un organismo muy complejo para surgir por casualidad.
Las implicaciones de ser, potencialmente, la única civilización en todo el universo, “nos imponen el deber de asegurar que no desperdiciemos ese regalo único”, sentencia Webb.