California, Estados Unidos
Osos pardos, rebecos, urogallos, linces, águilas imperiales, tortugas galápagos, loros cacatúas, boas y pitones. Caimanes, leopardos, nutrias, ranas tropicales... Son algunos de los cientos de especies animales que dentro de algunas décadas solo podrán admirarse en fotos y libros, porque probablemente habrán desaparecido de la faz de la Tierra.
Se calcula que existen unos 30 millones de especies animales y vegetales distintas en el mundo, de las cuales un millar se encuentran en peligro de extinción y 17,000 amenazadas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que calcula que para el 2020 la diversidad de especies se puede haber reducido en un 33%.
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La iniciativa consiste en recoger muestras de todas las especies amenazadas y guardarlas a 80 grados centígrados bajo cero.
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Muchos animales y plantas están amenazados por la alteración de los espacios naturales, que se emplean para construir viviendas, carreteras y otras obras. La caza deportiva o comercial y el tráfico ilegal de especies también hacen peligrar a la fauna y a la flora, además de su empleo con fines terapéuticos, gastronómicos o afrodisíacos.
La extinción es especialmente acelerada en el caso de los animales. Algunas cálculos indican que dentro de 30 años habrán desaparecido unas 1,130 especies de mamíferos, el 24 por 100 de las existentes, y 1,183 de aves, el 12 por 100, cuya pérdida privaría a los científicos de un material genético muy valioso para sus investigaciones.
| Cientos de especies animales, dentro de algunas décadas, solo podrán admirarse en fotos y libros.
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Biodiversidad en peligro
La población de rinocerontes se ha reducido en un 85% en los últimos veinte años, y solo quedan poco más de 10,000 ejemplares. Los tigres vuelven a estar amenazados, y sus variedad siberiana puede desaparecer en los próximos 30 años.
Debido al codiciado marfil de sus colmillos, la población de elefantes africanos se ha reducido a la mitad en 10 años, y no se puede garantizar que el lince Ibérico, un felino del que sobreviven un centenar y medio de ejemplares en España, se salve de la extinción. El proyecto británico Frozen Ark (“Arca congelada”), del Museo de Historia Natural de Londres, la Sociedad Zoológica y el Instituto de Genética de la Universidad de Nottingham, ha arrojado una luz esperanzadora sobre un panorama tan sombrío.
La iniciativa consiste en recoger muestras de todas las especies amenazadas, ya se encuentren libres en la naturaleza, en los zoológicos o en programas de repoblación, y guardarlas congeladas a 80 grados centígrados bajo cero.
Ya se ha recogido el ADN o código genético de las especies en mayor peligro, como el caballito de mar, el órice árabe, la paloma socorro y los caracoles de la especie Partula.
Según el profesor Phil Rainbow, del Museo de Historia Natural, “además de las catástrofes naturales, la actual velocidad de desaparición de animales es la mayor de la Historia y ha puesto a algunas especies en auténtico peligro de extinción”.
“Los avances en biología molecular son tan rápidos que no nos imaginamos las cosas extraordinarias que podremos ver”, señala Rainbow.
Los expertos de la Universidad de Nottingham va a diseñar métodos para recoger, conservar y almacenar las muestras, de las que habrá duplicados que se guardarán en otras instituciones como el Centro para la Reproducción de Especies en Peligro de San Diego, California, Estados Unidos, y el Centro de Almacenamiento de Genes Animales, de Melbourne, Australia.
| Algunos cálculos indican que dentro de 30 años habrán desaparecido más de mil especies de aves.
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Arca genética
“Frozen Ark” es un proyecto que conserva en Inglaterra el ADN y las células de especies antes de que desaparezcan. John Armour, docente de la Universidad de Nottingham, indica que este proyecto está pensado para que las próximas generaciones conozcan las especies que actualmente están en peligro de extinción.
Muchas especies desaparecerán antes incluso de que hayamos descubierto su existencia. La idea de “Frozen Ark” es hallar y conservar su ADN y células para las generaciones futuras antes de que sea demasiado tarde.
Esta verdadera “Arca de Noé moderna” fue creada hace más de 10 años por una pareja de científicos británicos, Bryan Clarke, fallecido en 2014, y su esposa, Ann.
Actualmente cuenta con 22 centros asociados en todo el mundo, entre ellos zoológicos a universidades, que han reunido más de 48.000 muestras de 5.500 especies.
La idea de conservar la especies de esta forma nació por la extinción en libertad del “caracol arborícola de Tahití”, causada por la introducción de un caracol carnívoro.
El profesor Clarke, recopiló los caracoles amenazados en su laboratorio y los envío a varios zoológicos del mundo. Hoy en día se está viendo la posibilidad de reintroducirlos en la naturaleza. Así lo recuerda Ann Clarke: “Un día nos miramos y pensamos que deberíamos hacer lo mismo con otras especies en peligro de extinción. Todo depende de los invertebrados. Si desaparecen, desaparecemos nosotros.
Y la investigadora del proyecto tiene razón, pues los invertebrados polinizan los cultivos, reducen los insectos perniciosos y las plagas, filtran el agua y nutren el suelo”.
| Alrededor del 41% de los anfibios y el 26% de las especies de mamíferos están amenazados de extinción.
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Al igual que el caracol partula, muchas especies están en declive o desapareciendo a un ritmo que ha llevado a los científicos a hablar de la sexta gran extinción en la Tierra debido al cambio climático y al accionar del ser humano. La última fue la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años.
De esta manera, el proyecto se adelanta a una catástrofe mayor que coloque en severo riesgo la vida de la fauna y flora amenazada, lo que ha causado críticas de varios sectores, como lo señala la profesora Clark: Algunas personas nos critican por creernos Dios, a lo que yo siempre respondo que corresponderá decidir a las generaciones futuras cuándo tengan las técnicas disponibles. Si no mantenemos nada, ni siquiera tendremos esa opción. EFE
| Debido al codiciado marfil de sus colmillos, la población de elefantes africanos se ha reducido a la mitad en 10 años.
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