Washington, Estados Unidos.
Desde 2013, Chelsea dirige la Fundación que lleva el nombre de sus padres y el suyo (Bill, Hillary and Chelsea Clinton Foundation), una organización con 2.200 empleados, a la que Hillary tuvo que renunciar para evitar la polémica por las donaciones a su campaña.
Luego de que la ex primera dama de EUA, Hillary Clinton, oficializara su candidatura a la Presidencia de ese país, su hija Chelsea acaba de desembarcar en la carrera electoral con una foto en portada de la revista 'Elle' y una entrevista en la que apuesta por la elección de una mujer para suceder a Barack Obama.
'Cuando te preguntas sobre la importancia de tener una mujer presidente, sí, totalmente, es importante, por razones simbólicas. Y los símbolos son importantes', asegura la única hija de una de las parejas más controversiales en la historia de la política estadounidense.
'Uno de los valores fundamentales de este país es que somos la tierra de la igualdad de oportunidades. Pero cuando la igualdad no incluye a ambos sexos, ahí hay un desafío fundamental que la llegada de la primera presidenta -cuando sea que eso ocurra-, ayudará a resolver', añade Chelsea.
A medida que la influencia de su padre, Bill, ha ido descendiendo en la actividad política de Hillary, la de Chelsea ha ido subiendo. También ella ha cambiado. Hoy, Chelsea es una mujer hecha y derecha de 35 años, con una hija de siete meses producto de su matrimonio con el directivo del banco de inversión Goldman Sachs, Marc Mezvinsky.
 La imagen de Chelsea Clinton en la revista 'Elle' ha desatado polémica en EUA durante el arranque de la campaña electoral de su madre.
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Sin embargo, la imagen de Chelsea con un vestido Gucci de 1,500 dólares y un brazalete Cartier de $7,000, la mitad del ingreso anual de una persona que vive en el límite de la pobreza en Estados Unido, no refuerza el mensaje central de la campaña de Hillary de trabajar por 'el estadounidense de clase media'.
Pero ni estos detalles, ni el apartamento de casi diez millones de dólares que habita en Manhattan, ni el multimillonario «hedge fund» que dirige su marido -con muchas aportaciones provenientes de fortunas relacionadas con los Clinton, según «The New York Times»- parecen ser un obstáculo para que Chelsea tenga un papel clave en la campaña.
