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Bukele pide a salvadoreños 'unidad” y 'trabajar el doble”

  • 01 junio 2019 /

Unas 10,000 personas acudieron a la investidura del sexto presidente del país vecino desde el final de la guerra civil.

    San Salvador.

    El empresario Nayib Bukele asumió ayer como presidente de El Salvador con el desafío de transformar el país que, después de tres décadas de gobiernos de derecha e izquierda, arrastra una alicaída economía dolarizada y una violencia que impulsan a sus pobladores a emigrar en masa.

    Bukele (de 37 años) fue investido durante una sesión solemne de la Asamblea Legislativa en la céntrica plaza Gerardo Barrios de San Salvador ante la presencia de 83 delegaciones de diferentes países.

    Vestido con un impecable traje azul oscuro, el nuevo presidente tomó juramento ante unas 10,000 personas, muchas con camisas celestes, que lo ovacionaron con aplausos bajo el grito de “¡Sí se pudo!”.

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    “Tenemos solo cinco años, no para pasar la página de la posguerra, no para derrotar el bipartidismo, esas cosas ya las hicimos. Tenemos cinco años para hacer de El Salvador un ejemplo para el mundo de que un pueblo puede salir adelante si así lo desea”, subrayó. Tras ser juramentado por el presidente de la Asamblea Legislativa, Norman Quijano, ante cientos de invitados especiales, incluidos 7 jefes de Estado, y ciudadanos, Bukele se convirtió en el mandatario más joven de la historia democrática salvadoreña. Sin dar pistas de cómo resolverá los principales problemas del país, Bukele pidió “unidad” a los salvadoreños, “trabajar el doble” y “dejar de matarnos”.

    El empresario pronunció su primer discurso como nuevo mandatario de este país centroamericano ante miles de personas que poco a poco fueron llegando al lugar.
    “Nos toca ahora a todos tener un poco de valor, asumir nuestra responsabilidad y todos como hermanos sacar adelante a El Salvador (...) no vamos a salir adelante si no nos unimos, tenemos que unirnos y asumir cada uno nuestras responsabilidades”, manifestó.

    Tampoco enumeró las primeras medidas que implementará en las áreas sociales ni el rumbo de su política exterior frente a las acciones contra los migrantes en EUA, donde viven al menos 2.8 millones de salvadoreños, y las polémicas relaciones abiertas por su antecesor con China.

    Vea: Nayib Bukele: curiosidades del nuevo presidente de El Salvador

    Después, en una acción poco acostumbrada, el nuevo presidente pidió a sus seguidores levantar la mano derecha y jurar “defender lo conquistado” contra “todo obstáculo, enemigo, barrera y muro”.

    La intervención de Bukele se vio interrumpida en un par de ocasiones por los asistentes, quienes gritaban “sí se pudo” y “devuelvan lo robado”, lemas que popularizó el mandatario durante la campaña en referencia a los partidos tradicionales vinculados a casos de corrupción.

    A la toma de posesión de Bukele asistieron siete mandatarios y al menos 32 delegaciones de diferentes países.
    Estas mismas personas, durante los actos protocolarios previos a la toma de posesión, abuchearon a los diputados del Congreso y al presidente saliente, Salvador Sánchez Cerén.

    Por otra parte, Bukele indicó que durante su mandato se “invertirá más” en la niñez para que en “el futuro tengamos el país que todos queremos”.

    Como una de sus primeras acciones en favor de la igualdad de género, anunció que su gabinete tendrá “igual número de hombres y mujeres”, y apuntó que las féminas fueron seleccionadas por sus “ capacidades”.

    Hasta antes de la toma de posesión, Bukele únicamente había designado a las ministras de Relaciones Exteriores, Vivienda, Cultura, Educación, Desarrollo Local y Turismo. Los nombres del resto de miembros del equipo de Gobierno aún se desconocen.

    Con este acto, el país centroamericano completó su segunda transición política en la etapa democrática. La primera se dio en 2009 con la llegada al poder de Mauricio Funes, de la exguerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), tras 20 años de gobiernos de derecha.

    Con 20,742 km2 de extensión y 6.6 millones de habitantes, El Salvador depende en gran parte de las remesas enviadas por migrantes.
    También se consuma la ruptura del bipartidismo que la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el izquierdista FMLN, partido que lo expulsó en 2017, mantuvieron durante tres décadas.

    Bukele, el sexto presidente desde el final de la guerra civil (1980-1992), asume el Ejecutivo ante las grandes expectativas de la población de acabar con la violencia de las pandillas, la corrupción y mejorar la situación económica.

    Estos problemas llevaron a su antecesor a concluir su gestión como el presidente peor evaluado de las últimas cinco administraciones, según un sondeo publicado recientemente.

    Santos Iraheta, de 56 años y que estaba desde la madrugada en la plaza para ver al nuevo mandatario, dijo confiar “en que trabajará por los pobres”.

    “Tenemos que darle una oportunidad para que trabaje para levantar el país, confiamos que así será”, dijo Iraheta a la AFP mientras se arreglaba un gastado sombrero de cuero.

    La jesuita Universidad Centroamericana (UCA) anticipó que el inicio de la gestión de Bukele “supone un gran reto” pues debe responder a grandes expectativas sin contar con recursos y con funcionarios con poca experiencia.