Enclavada en las montañas occidentales de Honduras, la ciudad de Gracias, Lempira, se alza como una joya colonial que resplandece con su legado histórico y cultural.
Sus calles empedradas, su clima fresco y su gente amable atraen a los visitantes, pero es su colección de iglesias históricas lo que verdaderamente cautiva el corazón y la imaginación.
Un vistazo al pasado colonial de Gracias
Fundada en 1536 por el conquistador español Alonso de Cáceres, Gracias desempeñó un papel crucial como centro administrativo durante la época colonial.
Su nombre refleja la gratitud de los colonizadores hacia la generosidad de la tierra y sus habitantes.
La ciudad fue testigo de eventos históricos, incluyendo la instalación de la Audiencia de los Confines en 1544.
Tres iglesias destacan en el corazón de Gracias, no solo por su antigüedad, sino también por su arquitectura y relevancia cultural:
Iglesia La Merced: La más antigua de Gracias, construida a fines del siglo XVIII. Su fachada de estilo barroco en color blanco hueso y su amplio jardín frontal la hacen resplandecer. La Virgen de La Merced, patrona de esta pequeña iglesia, atrae a los fieles con sus milagros concedidos.
Iglesia San Sebastián: Se cree que fue construida entre 1750 y 1800. Su forma de cruz la convierte en el escenario de las conmemoraciones de la Semana Santa. Además, aquí se celebra el tradicional Guancasco, un evento que une a dos pueblos en un gesto de paz.
Iglesia San Marcos: Ubicada en la plaza central de la ciudad, su amplio espacio y el patio frente al atrio la hacen atractiva para los turistas. Su arquitectura barroca es perfecta para fotografías y charlas bajo los árboles circundantes.
Cultura ancestral
La cultura Lenca, profundamente arraigada en la región, se entrelaza con la identidad de Gracias. Sus tradiciones, artesanías y leyendas se manifiestan en la vida cotidiana y en las festividades locales.
Los viajeros pueden explorar sitios arqueológicos, como Humuya, y disfrutar de la naturaleza circundante. Gracias ofrece una experiencia completa que combina historia y belleza natural.
Además de las iglesias, Gracias alberga otras maravillas arquitectónicas que dotan a la ciudad de un encanto único. Desde la Casa Galeano, un museo histórico, hasta las calles adoquinadas, cada rincón cuenta una historia.
No se puede visitar Gracias sin probar su gastronomía. Los platillos locales reflejan la fusión cultural y narran historias de tradición y sabor.
