El orgullo, la emoción y la esperanza se conjugaron en la toma de posesión de Xiomara Castro, quien hizo su promesa de ley como nueva presidenta de Honduras en un ambientazo en el que sus seguidores sintieron en carne propia el éxtasis de llevarla al poder.
Entre los representantes de los 71 países asistentes que fueron testigos de la toma de mando de Castro, en la que destacaba el rey Felipe VI de España y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, los simpatizantes del Partido Libre gritaron en el estadio Nacional al unísono el “Sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo”.
La algarabía se inició temprano cuando la Presidenta, vestida un sencillo pero elegante traje morado y acompañada con su esposo Manuel Zelaya, quien conducía el vehículo, se dirigió a la ermita para pedirle a la Virgen de Suyapa y a Dios que la iluminaran en la misión de sacar a flote a Honduras.
En ese trayecto recibió aplausos y vivas. Todos querían tocarla y tomarse una fotografía con ella, pero fue misión imposible, la seguridad lo impedía.
“Viva la presidenta, tenemos presidenta”, exclamó un ciudadano.Uno de los momentos más emocionantes fue cuando la mandataria dejó la ermita de Suyapa y en la parte posterior de un carro jeep descapotable luciendo un sombrero made in Honduras se dirigió al estadio haciendo corazones con sus manos para sus miles de seguidores.
Los militantes del Partido Libre, que bailaban, cantaban, gritaban y flameaban sus banderas azul turquesa con blanco, se apostaron a la orilla de recorrido para aplaudirla.
“Te amamos Xiomara, te elegimos como presidenta, ahora cumple tus promesas, no nos falles”, gritó una ciudadana.
A las 11:05 am, la ahora mujer más influyente de Honduras arribó al estadio Nacional, coincidiendo su llegada con la de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris.
Ese escenario, lleno de civismo, patriotismo, totalmente repleto y pintado de azul y blanco, vibró de emoción, era el momento más histórico de Libre.
Xiomara se abrazó con su designado presidencial Salvador Nasralla y luego recibió un gesto amoroso y tierno de Mel. Llegó la hora de la promesa de ley, recibió la banda presidencial y el Nacional explotó de júbilo y esperanza de una mejor Honduras.