Cantante, trompetista, director de orquesta y a quien se le atribuye la globalización del género merengue, el maestro dominicano Wilfrido Vargas Martínez habla en exclusiva para Diario LA PRENSA y cuenta lo que significa para él Honduras y el catracho Jorge Gómez.
Vargas se dedica por completo a la música, su pasión desde que tiene memoria y la cual mostró al mundo al lanzar su carrera artística en 1972 con su agrupación “Wilfrido Vargas y sus Beduinos”.
Llegó a un gran auge en los años ochenta y ha ganado varios reconocimientos tantos nacionales como internacionales.
Nunca antes tuvimos un artista como él, una voz tan educada, nunca antes tuvimos una voz con más condiciones, con más cultura, con más tesitura, con más colores que la de Jorge.
Lo vi trabajar, creí que era una voz femenina. Cuando fui a ver a esa muchacha me di cuenta que era un hombre cantando con esa voz. Me impresionó de una manera tal que fuimos inmediatamente a hacer los trámites. Ese encuentro se dio en Puerto Cortés, creo que en 1983.
Honduras para nosotros... ¿qué significa Honduras? Es una oportunidad, una fuente adonde ha tenido que venir a beber Wilfrido Vargas, el mismo que tú estás entrevistando, ha tenido que venir a beber el género como tal de merengue. Haberme encontrado con el catracho Jorge Gómez ha sido una fuente que le ha dado agua y luz a todo el mundo.
A mí, personalmente, El jardinero.
No, yo no soy religioso.
No hay conflicto. Todos los países tienen sus leyes, para yo poder entrar a Honduras tuve que sacar una visa. Para poder hacer conciertos en Colombia tengo que tener una visa y no hay país del mundo que no tenga esas medidas.
Lo que sucede es que las circunstancias hacen esa invasión masiva de haitianos hacia República Dominicana de manera ilegal. Quien tiene sus documentos no le pasa nada.
Pero cómo puede ser un conflicto racial si el propio Wilfrido Vargas es hijo de gente negra. Dominicana es un país totalmente mestizo, estamos hablando de la ley.
No, todo lo contrario. Mira la manera como nosotros tratamos a los haitianos, ni el mismo haitiano trata al otro haitiano como lo hacemos nosotros. Son nuestros hermanos, son seres dulces, no hay un solo músico en Latinoamérica que haya hecho más música haitiana que yo.
Soy un admirador de su talento, de sus sentimientos, de su inspiración, de su inteligencia y de su cultura. Entonces si yo digo eso, también tengo que decir que es una injusticia que se nos quiera endosar a nosotros (los dominicanos) la responsabilidad que nos endosan otros países más poderosos que nosotros. Nosotros somos precisamente el país que le ha dado albergue incluso hasta ilegal al pueblo haitiano.
Eso no se llama afectar porque una cosa trae a la otra. El haitiano va a trabajar, el haitiano es un pueblo trabajador. Lo que afecta es la mala fama, el descrédito, la campaña internacional.
De jugador de béisbol, digamos que Pedro Martínez.
Feliz, orgulloso
No había vuelto desde hace unos 10 o 12 años.