“¡Policías asesinos, me tienen de luto!”: esa frase estaba escrita en el rótulo de cartulina que Aurora Rodríguez cargó durante la marcha contra la violencia y por la paz que los estudiantes, catedráticos y empleados de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Unah, realizaron ayer en esta capital.
Ella vistió una camiseta blanca encima de su blusa formal negra, sobre su cabeza llevaba un sombrero negro que la protegía del sol, pero no cubría su rostro desencajado, que evidenciaba tristeza y dolor.
No es para menos. Su hijo Carlos David Pineda fue asesinado por policías el pasado 22 de octubre, por lo que el grupo Jóvenes por la Paz organizó la caminata de ayer en esta ciudad.
El clamor fue unánime. “¡No más violencia!” y “¡queremos justicia!”, gritaron al unísono centenares de jóvenes universitarios. Esas consignas se mantuvieron toda la marcha que duró cerca de dos horas y media.
La actividad se denominó “Marcha por la paz” y en ella se exigió que cesen los actos delictivos y haya una verdadera depuración de la Policía Nacional.
Universitarios, familias e incluso extranjeros se dieron cita en la ciudad universitaria cerca de las nueve de la mañana y desde ahí salieron rumbo al Monumento a la Paz, en el cerro Juana Laínez.
Fue un recorrido en que se invitó a la población a sumarse a esta lucha, llenarse de valor y denunciar la corrupción y a los criminales que están dentro de la Policía.
En la caminata participó la rectora de la Unah, Julieta Castellanos, madre de Alejandro Vargas, asesinado en el mismo hecho en que murió el hijo de Aurora.
El asesinato de estos dos universitarios causó consternación nacional y dio pie a investigaciones que evidenciaron la “podredumbre” que impera en la Policía Nacional.
Ni el incesante sol ni el calor del mediodía lograron aplacar el reclamo de los estudiantes universitarios.
Algunos consideran que el asesinato de los dos jóvenes marcó el principio de una nueva lucha, una lucha contra la impunidad y las fallas del sistema que permiten que la criminalidad y la violencia crezcan aceleradamente.
Castellanos declaró que esta caminata es una expresión de conciencia, cariño y responsabilidad ante la crisis que el país vive desde hace tiempo.
La rectora recordó que la violencia mantiene bajo sus pies a la ciudadanía y se creía que se debía a la delincuencia común, pero “se ha evidenciado que mucha de esa violencia proviene de la institución encargada de ofrecer seguridad, la Policía”.
No más impunidad
Una de las exigencias de los manifestantes es aplicarles justicia a los infractores, no solo a los miembros de la escala básica de la Policía, sino a los oficiales involucrados en la muerte de Alejandro y Carlos David. Además piden que se destituya a todos los oficiales que tienen una hoja de vida vinculada con el crimen organizado y el narcotráfico.
Para ese fin se apoya la propuesta de las autoridades de la Unah de depurar real y efectivamente la Policía.
El planteamiento propone una intervención que cuente con el apoyo de actores de la comunidad internacional.
De esa forma dejan claro que las rotaciones que hizo el presidente Porfirio Lobo Sosa en la cúpula policial son cosméticas.
“Espero que el asesinato de mi hijo no quede en la impunidad. Estos dos asesinatos fueron la gota que derramó el vaso”, dijo doña Aurora.
La señora le pidió a la población unirse porque “solo unidos podremos librar esta lucha. Estoy dispuesta a ofrendar mi vida por esta lucha. Le pido al presidente Lobo Sosa que escuche nuestro clamor”.
Doña Aurora y Julieta Castellanos se fundieron en un abrazo. Saben que la lucha apenas comienza.