Tras más de un mes de atención especializada en el Hospital Atlántida, Nasser Hilsaca, el hombre cuya historia conmovió a Honduras por su dramática situación de salud y abandono, recibió el alta médica este lunes.
Sin embargo, su regreso a casa tendrá que esperar: su antigua vivienda no es apta para sus necesidades actuales y él mismo ha pedido no ser trasladado hasta contar con un lugar seguro.
“Me siento mucho mejor”, afirma con voz pausada pero firme. Aunque su estado físico ha mejorado desde el rescate del pasado 23 de junio, Nasser aún necesita asistencia constante para movilizarse, asearse y cumplir con tareas básicas.
Su antigua residencia, ubicada en un tercer piso sin acceso adecuado, es ahora un entorno completamente inadecuado para su recuperación.
“Tengo que esperar que acondicionen la casa”, explica. Mientras eso ocurre, se quedará temporalmente en la casa de su hermana, en un espacio de un solo nivel que le permite mayor seguridad, aunque todavía enfrenta carencias importantes en personal de apoyo, equipo médico domiciliario y condiciones adecuadas para su tratamiento.
Un caso que expuso la crudeza del aislamiento y el abandono
La historia de Nasser se hizo conocida en todo el país cuando fue rescatado desde su apartamento mediante un operativo con grúa, debido a su peso corporal, que en ese momento superaba las 600 libras.
El hecho, inédito en la ciudad, fue coordinado por el Cuerpo de Bomberos y el personal de salud, y representó no solo un traslado médico, sino un acto de rescate social.
Ese día, Nasser rompió el silencio tras años de reclusión. “Yo ya no miraba esperanza de vida. Viví un infierno más de cinco años”, confesó.
Desde su ingreso al hospital, Nasser ha mostrado avances significativos. Sus valores clínicos mejoran, su lucidez ha regresado, y sobre todo, ha recuperado algo que había perdido: la voluntad de seguir adelante. Sin embargo, salir del hospital no equivale a salir del problema.
“No quiero llegar hasta que mi casa no tenga las condiciones para recibirme”, insiste. Reconoce que necesita ayuda para todo: desde levantarse hasta recibir atención médica regular. “Las personas que me ayudaron eran practicantes. Cuando se fueron, ya no tengo ayuda”, lamenta.