San Pedro Sula, Honduras.
La jovialidad, compromiso y dedicación por el bien común de la profesora Wendy Patricia Mejía Rosales, fueron recordados ayer por sus excompañeras del Instituto San José de La Salle en La Pradera, con un minuto de silencio.
Quienes conocieron a Mejía Rosales la describen como una ejemplar mujer, madre y educadora; pues siempre estaba proponiendo y desarrollando actividades en los lugares en donde laboraba, al tiempo que luchaba por sacar a sus tres hijos adelante.
La docente fue ultimada por sicarios la mañana del martes cuando se dirigía en taxi a su trabajo en la escuela José Trinidad Cabañas en la aldea San José del Boquerón, sector Ticamaya.
La forma en que perdió la vida ha causado mucho dolor entre sus amigos y estudiantes.
Los más de 27 años de experiencia en la docencia y sus múltiples méritos y esfuerzos la habían llevado a ser subdirectora del centro educativo, pero pronto asumiría el cargo de directora.
La profe, como cariñosamente la llamaban los cientos de estudiantes que recibieron clases con ella a lo largo de casi tres décadas, realizó actividades para mantener la escuela de esa aldea en óptimas condiciones y de manera simultánea velar por el aprendizaje de los niños de escasos recursos durante los últimos doce años.
En el Centro de Desarrollo del Niño e Instituto San José de La Salle, en la colonia La Pradera, trabajó cinco años en la jornada vespertina dando las clases de Artes Plásticas y Prácticas a los estudiantes de nivel medio.
En ese centro atendía a unos 300 alumnos que ayer la recordaban con cariño.
La profesora enseñaba a los estudiantes a hacer piñatas para donarlas anualmente a los niños de comunidades pobres en todo el sector como una labor social.
Tristeza
Entre lágrimas y sollozos, Karina Martínez, docente de La Salle y amiga cercana, refirió que Mejía era una mujer activa y muy sociable, comprometida con su labor y muy creativa.
“Le encantaban las manualidades. Como ella daba las clases prácticas interactuaba mucho con los alumnos. Por esa razón ella contaba con el cariño y la admiración de los estudiantes. Ella siempre decía que sí y por eso durante tres años organizó los eventos”, recordó Martínez.
Deportista
En su juventud la extinta docente fue jugadora de basketball y le apasionaba el deporte; por eso el año pasado al crearse un equipo de profesoras en el instituto, no dudó en participar para demostrar su habilidad.
“Los estudiantes tienen un torneo que se desarrolla los sábados durante todo el año y tuvimos la iniciativa de formar un equipo de maestras para competir contra las alumnas. Ella era delantera y se convirtió en nuestra goleadora. Realmente ha dejado un gran vacío. Me hará falta su jovialidad, estamos conmocionados”, dijo.
A raíz de problemas personales, Mejía había terminado su relación laboral con el instituto en diciembre; por lo que Martínez no logró platicar una vez más con su amiga.
“Durante estos meses nos comunicamos por redes sociales, pero nunca imaginé que no la volvería a ver”, finalizó.
Los restos mortales de Mejía fueron llevados por sus familiares a Yoro, Yoro, para ser velados en su pueblo natal y luego darle sepultura junto a la tumba de sus padres.
La Policía no tiene pistas del crimen, pero hay un grupo de investigadores trabajando para dar con los responsables, dijo el vocero policial, Jorge Rodríguez.
La jovialidad, compromiso y dedicación por el bien común de la profesora Wendy Patricia Mejía Rosales, fueron recordados ayer por sus excompañeras del Instituto San José de La Salle en La Pradera, con un minuto de silencio.
Quienes conocieron a Mejía Rosales la describen como una ejemplar mujer, madre y educadora; pues siempre estaba proponiendo y desarrollando actividades en los lugares en donde laboraba, al tiempo que luchaba por sacar a sus tres hijos adelante.
La docente fue ultimada por sicarios la mañana del martes cuando se dirigía en taxi a su trabajo en la escuela José Trinidad Cabañas en la aldea San José del Boquerón, sector Ticamaya.
Las docentes Saskia Guzmán, la fallecida Wendy Mejía, Karina Martínez y Gemmi Tábora se toman una “selfie”.
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La forma en que perdió la vida ha causado mucho dolor entre sus amigos y estudiantes.
Los más de 27 años de experiencia en la docencia y sus múltiples méritos y esfuerzos la habían llevado a ser subdirectora del centro educativo, pero pronto asumiría el cargo de directora.
La profe, como cariñosamente la llamaban los cientos de estudiantes que recibieron clases con ella a lo largo de casi tres décadas, realizó actividades para mantener la escuela de esa aldea en óptimas condiciones y de manera simultánea velar por el aprendizaje de los niños de escasos recursos durante los últimos doce años.
En el Centro de Desarrollo del Niño e Instituto San José de La Salle, en la colonia La Pradera, trabajó cinco años en la jornada vespertina dando las clases de Artes Plásticas y Prácticas a los estudiantes de nivel medio.
En ese centro atendía a unos 300 alumnos que ayer la recordaban con cariño.
La profesora enseñaba a los estudiantes a hacer piñatas para donarlas anualmente a los niños de comunidades pobres en todo el sector como una labor social.
La profesora y una alumna con una piñata que elaboraron.
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Entre lágrimas y sollozos, Karina Martínez, docente de La Salle y amiga cercana, refirió que Mejía era una mujer activa y muy sociable, comprometida con su labor y muy creativa.
“Le encantaban las manualidades. Como ella daba las clases prácticas interactuaba mucho con los alumnos. Por esa razón ella contaba con el cariño y la admiración de los estudiantes. Ella siempre decía que sí y por eso durante tres años organizó los eventos”, recordó Martínez.
Deportista
En su juventud la extinta docente fue jugadora de basketball y le apasionaba el deporte; por eso el año pasado al crearse un equipo de profesoras en el instituto, no dudó en participar para demostrar su habilidad.
“Los estudiantes tienen un torneo que se desarrolla los sábados durante todo el año y tuvimos la iniciativa de formar un equipo de maestras para competir contra las alumnas. Ella era delantera y se convirtió en nuestra goleadora. Realmente ha dejado un gran vacío. Me hará falta su jovialidad, estamos conmocionados”, dijo.
A raíz de problemas personales, Mejía había terminado su relación laboral con el instituto en diciembre; por lo que Martínez no logró platicar una vez más con su amiga.
“Durante estos meses nos comunicamos por redes sociales, pero nunca imaginé que no la volvería a ver”, finalizó.
Los restos mortales de Mejía fueron llevados por sus familiares a Yoro, Yoro, para ser velados en su pueblo natal y luego darle sepultura junto a la tumba de sus padres.
La Policía no tiene pistas del crimen, pero hay un grupo de investigadores trabajando para dar con los responsables, dijo el vocero policial, Jorge Rodríguez.
Las aulas están vacías en la aldea.
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