San Pedro Sula, Honduras.
La estatua de Antonio Bográn Morejón, exalcalde de esta ciudad, se yergue anónima con la vista puesta en El Merendón junto al puente a desnivel del bulevar del sur.
El monumento en honor al jefe edilicio que más se ha preocupado por proteger el llamado pulmón de San Pedro Sula pasa muchas veces desapercibido por los conductores que entran o salen de esta ciudad.
Fue erigida en ese lugar, de frente a El Merendón, para que representara más fielmente los esfuerzos hechos por Bográn Morejón a favor de la protección de las fuentes de agua que se encontraban en las faldas de esa montaña. En efecto, el mayor mérito de este alcalde que condujo los destinos del municipio de 1917 a 1919 fue haberle comprado al Estado el título de La Protección, donde se encuentran los principales surtidores de agua, para que la Municipalidad pudiera protegerlos, expresó el regidor municipal José Antonio Rivera.
En este título de dominio pleno están incluidos los sitios donde con el tiempo se construyeron las principales represas de la ciudad: Río de Piedras, Armenta, Santa Ana y La Puerta.
La obra se la encargó el alcalde Héctor Guillén a Jesús Zelaya, quien posteriormente también esculpió el monumento a El Forjador y Las Lavanderas del parque central.
Bográn Morejón es el padre de otro gran alcalde que tuvo la ciudad en los años 60: Antonio Bográn Paredes, el primero en interesarse por el sitio arqueológico de Currusté, una ciudad de 1,500 años de antigüedad, a solo diez minutos del centro de San Pedro Sula.
En honor a este otro propulsor del desarrollo fue bautizado con su nombre el parque arqueológico, adonde se han encontrado unas doscientas estructuras levantadas por los primeros habitantes del Valle de Sula.
Los vestigios de civilizaciones que desaparecieron antes de la llegada de los españoles fueron cobijados por la vegetación durante quince siglos como para preservar la historia.
Sin embargo, lo que había sido considerado uno más de los miles de sitios arqueológicos en estudio en todo el país fue convertido en el Parque Arqueológico Antonio Bográn Paredes.
Inicialmente se le llamó Currusté a este sitio, que en lengua pech podría referirse a una “parte de la semilla del cacao”, aunque esto no es compartido por arqueólogos como Eliseo Fajardo, que considera que no se ha establecido el significado de la palabra.
Manifestó que Bográn Paredes fue su asesor por mucho tiempo para establecer la correlación de los libros de actas municipales que serían archivados, de manera particular los correspondientes a la gestión de su padre, conocido como el Señor de El Merendón por ese interés de protegerlo que siempre tuvo.
En la galería de retratos de los hombres que han gobernado San Pedro Sula, colgados en el Salón Consistorial de la Municipalidad, hace falta el de Antonio Bográn Morejón porque no fue posible encontrar una foto de él cuando se formó la colección gráfica. Solamente está la de su hijo, Antonio Bográn Paredes, con tantos méritos como su progenitor.
La estatua de Antonio Bográn Morejón, exalcalde de esta ciudad, se yergue anónima con la vista puesta en El Merendón junto al puente a desnivel del bulevar del sur.
El monumento en honor al jefe edilicio que más se ha preocupado por proteger el llamado pulmón de San Pedro Sula pasa muchas veces desapercibido por los conductores que entran o salen de esta ciudad.
Fue erigida en ese lugar, de frente a El Merendón, para que representara más fielmente los esfuerzos hechos por Bográn Morejón a favor de la protección de las fuentes de agua que se encontraban en las faldas de esa montaña. En efecto, el mayor mérito de este alcalde que condujo los destinos del municipio de 1917 a 1919 fue haberle comprado al Estado el título de La Protección, donde se encuentran los principales surtidores de agua, para que la Municipalidad pudiera protegerlos, expresó el regidor municipal José Antonio Rivera.
En este título de dominio pleno están incluidos los sitios donde con el tiempo se construyeron las principales represas de la ciudad: Río de Piedras, Armenta, Santa Ana y La Puerta.
La obra se la encargó el alcalde Héctor Guillén a Jesús Zelaya, quien posteriormente también esculpió el monumento a El Forjador y Las Lavanderas del parque central.
Bográn Morejón es el padre de otro gran alcalde que tuvo la ciudad en los años 60: Antonio Bográn Paredes, el primero en interesarse por el sitio arqueológico de Currusté, una ciudad de 1,500 años de antigüedad, a solo diez minutos del centro de San Pedro Sula.
En honor a este otro propulsor del desarrollo fue bautizado con su nombre el parque arqueológico, adonde se han encontrado unas doscientas estructuras levantadas por los primeros habitantes del Valle de Sula.
Los vestigios de civilizaciones que desaparecieron antes de la llegada de los españoles fueron cobijados por la vegetación durante quince siglos como para preservar la historia.
Sin embargo, lo que había sido considerado uno más de los miles de sitios arqueológicos en estudio en todo el país fue convertido en el Parque Arqueológico Antonio Bográn Paredes.
Inicialmente se le llamó Currusté a este sitio, que en lengua pech podría referirse a una “parte de la semilla del cacao”, aunque esto no es compartido por arqueólogos como Eliseo Fajardo, que considera que no se ha establecido el significado de la palabra.
Manifestó que Bográn Paredes fue su asesor por mucho tiempo para establecer la correlación de los libros de actas municipales que serían archivados, de manera particular los correspondientes a la gestión de su padre, conocido como el Señor de El Merendón por ese interés de protegerlo que siempre tuvo.
En la galería de retratos de los hombres que han gobernado San Pedro Sula, colgados en el Salón Consistorial de la Municipalidad, hace falta el de Antonio Bográn Morejón porque no fue posible encontrar una foto de él cuando se formó la colección gráfica. Solamente está la de su hijo, Antonio Bográn Paredes, con tantos méritos como su progenitor.