La imposición de un impuesto de 10% a 50% a las remesas enviadas por emigrantes no solucionará ningún problema, ni en Estados Unidos ni en los países receptores como Honduras, al contrario, intensificará el éxodo hacia el norte.
Maritza Rodríguez, 28 años de edad, residente en Naco, Cortés, afirma sin titubear que el “el día que reciba menos dinero” se verá en la necesidad de emigrar a Estados Unidos, así como lo hizo su hermano hace 20 años y quien ahora vive en una ciudad de Texas.
Hasta inicios de esta semana, Rodríguez, madre de dos niños, uno de seis y otro de ocho años, desconocía que integrantes del equipo del gobierno de Donald Trump están proponiendo la imposición de un impuesto a los envíos de remesas en un intento de frenar la migración a través de la frontera sur.
“Mi hermano me manda $200 dólares al mes para mí y mis hijos, y $400 para la familia de él. Recibimos $600. Si nos ponen 50% de impuesto, él podría enviarnos apenas $300. Así yo me vería obligada a viajar mojada a Estados Unidos porque en Honduras, después de la pandemia, siento que todos los precios han subido”, dice Rodríquez, quien a inicios de esta semana caminaba por el Pasaje Valle de San Pedro Sula buscando un banco para retirar una remesa.
Líderes conservadores, como el teniente coronel retirado Chuck DeVore, quien trabajó para la Fundación de Políticas Públicas de Texas, y el futuro vicepresidente James David Vence proponen gravar los envíos de dinero al exterior como parte de la estrategia de lucha contra el tráfico de drogas y personas y otras actividades ilícitas.
La Fundación de Políticas Públicas de Texas asegura que “un impuesto del 50% sobre las remesas enviadas al exterior por personas que trabajan ilegalmente en Estados Unidos podría generar más de $23,000 millones, una fracción minúscula del costo neto de $151,000 millones en servicios sociales que incurren los inmigrantes ilegales”.
Esa organización, con sede en Austin, plantea que “en el contexto de la reconciliación, los ingresos adicionales podrían financiar necesidades críticas como completar el muro fronterizo, mejorar la seguridad en las fronteras sur y norte, acelerar las deportaciones y aumentar el número de jueces de inmigración para garantizar el debido proceso”.
Actualmente, los hondureños pagan un promedio de 4.7% a las empresas remesadoras por el servicio de envío de $200, de acuerdo con estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Si la administración impone un 50%, los emigrantes que mandan dólares para construir viviendas porque planean regresar, tendrán que vivir también más años trabajando en Estados Unidos.
Un impuesto será una medida contraproducente para EUA
Sin embargo, en Honduras, economistas, sociólogos y académicos coinciden en que los políticos republicanos basan sus decisiones en una visión limitada del problema, sin considerar las realidades culturales y socioeconómicas de los latinoamericanos que enfrentan condiciones distintas a las de la cultura anglosajona.
Para Rafael Delgado, expresidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE) y catedrático universitario, la imposición de un impuesto de 50% a las remesas “sería la peor decisión, eso no contribuiría en nada, primero, ni al bienestar de los hondureños que están allá, ni a los hondureños que están acá, tampoco vendría a resolver el problema migratorio para los Estados Unidos”.
“Eso solamente empeoraría la situación de la migración irregular, es decir, los migrantes puestos allá enviarían menos dinero a Honduras, lo que dejaría aquí a la gente con menos ingresos y con mucha más razón para emigrar a Estados Unidos. Es una medida, entonces, contraproducente que no resolvería nada, ni la migración irregular y tampoco la condición de los migrantes que Están en Estados Unidos y de las familias que están en Honduras”, reitera Delgado.
Oscar Hendrix, abogado con estudios en políticas públicas en la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, advierte igualmente que un impuesto sobre las remesas “agravaría la situación económica de los países receptores, como los centroamericanos”.
“Para Honduras, las remesas son prácticamente nuestro principal ‘producto de exportación’, más que el café que vendemos, más que los camarones, más que la industria textilera. Si imponen un impuesto de esa naturaleza, en vez de recibir $9,600 millones al año, el país solamente captaría la mitad”, dice.
“Al ingresar menos dólares al país, más se devaluará la moneda. Habrá una reacción en cadena a nivel macroeconómico y a nivel microeconómico. A los hondureños en Estados Unidos les saldría más barato pagarle a un coyote a los familiares para que crucen la frontera de Estados Unidos, que enviarles a Honduras menos dinero a causa del impuesto”, dice.
Contrario a la postura conservadora del equipo de Trump, organizaciones internacionales, como el Banco Mundial (BM), destacan que la migración es una respuesta a las crisis y los desequilibrios mundiales, como las enormes brechas de ingreso y bienestar entre los países. La migración económica está impulsada por las posibilidades de acceder a salarios más altos y a mejores servicios.
En el informe Panorama General, Migrantes, refugiados y sociedades, publicado recientemente, el BM dice que la migración contribuye considerablemente al desarrollo económico y a la reducción de la pobreza, pero también conlleva dificultades y riesgos. Los migrantes a menudo aportan habilidades, dinamismo y recursos que refuerzan las economías de destino. En muchos casos, también fortalecen al país de origen a través del envío de remesas, un mecanismo de apoyo vital para las comunidades que sirve de sustento a las familias de los migrantes, especialmente en épocas de perturbaciones.
Para Honduras, año con año, el volumen de remesas recibidas ha incrementado y se ha consolidado como una base de la economía. Hasta el 31 de octubre, el país recibió $8,038 millones, una cifra superior a la de igual período del año pasado, $7,665 millones, según el Banco Central de Honduras (BCH).
La Encuesta Semestral de Remesas Familiares publicada en agosto por el BCH revela que los hondureños obtienen un ingreso promedio mensual general de $3,627. Las mujeres perciben en promedio $2,818; los hombres alcanzaron $4,466. De lo que ganan, envían a Honduras mensualmente alrededor de $448.
Aun con los secuestros, extorsiones y muerte que sufren los emigrantes en México y pese a las medidas tomadas por las diferentes administraciones para evitar su entrada (como la construcción del muro de Trump), la cantidad de hondureños dentro Estados Unidos pasó de 240,000 (en 2000) a más de un millón durante la pandemia.
En 2024, la población de hondureños en el norte se acerca a 1.5 millones. Hasta 2021, había 1.1 millones, según un análisis del Pew Research Center de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo de Estados Unidos.