San Pedro Sula, Honduras.
El sampedrano Osman Batres estaba en la plenitud de su vida, a sus 27 años de edad, cuando un diagnóstico hizo que su mundo cambiara de manera radical.
Comenzó a notar erupciones rojas en los codos y rodillas, y decidió visitar a un especialista, el cual le dijo que tenía psoriasis, una enfermedad autoinmune que hasta el momento no tiene cura y que se caracteriza por el desarrollo de placas tipo escamas en varias zonas del cuerpo.
Aunque este es un mal que se controla, hay que aprender a vivir con él, ya que no solo afecta la piel, sino los órganos internos.
Los aspectos emocionales, familiares y sociales influyen mucho en el paciente, porque en la mayoría de los casos no se siente aceptado en su entorno.
“Es una enfermedad de impacto social porque pocas personas entienden de qué se trata. Muchos tienden a dejarlo con la mano extendida a uno porque piensan que los va a contagiar, y esto es algo genético”, expresó Batres.
Indicó que desde hace diez año inició su tratamiento en hospital Mario Rivas y actualmente ya recibió ocho sesiones de fototerapia.
Testimonio
Esperanza Cárcamo tiene 63 años de edad y lleva más de una década viviendo con vitiligo.
Nunca imaginó que a sus 50 años una quemadura que sufrió en la mano derecha haría que su cuerpo detonara este padecimiento.
En un inicio pensó que se trataba de paño blanco, pero al darse cuenta que las manchas avanzaban en partes como el pecho y los pies decidió visitar al doctor, quien la diagnosticó con el mal.
Doña Esperanza no se encuentra en tratamiento debido a que no cuenta con recursos económicos para asistir a una clínica privada, pero con el novedoso procedimiento que se practica en el Rivas confía en que mejorará su calidad de vida.
Nueva sala
La fototerapia es una realidad en este sanatorio después de muchos años. Más de 600 personas con diferentes afecciones en la piel son tratadas en el centro y serán beneficiadas directamente.
Candido Mejía, jefe del Departamento de Dermatología del Rivas, refirió que esta es una técnica que emplea radiaciones electromagnéticas de origen natural o artificial para el tratamiento de psoriasis, vitiligo, linfoma cutáneo, urticaria y otro tipo de trastornos que son visibles en la epidermis.
Explicó que el método tiene acción antinflamatoria e inmunosupresora, es decir, que en el caso de pacientes con vitiligo ayuda en el proceso de repigmentación, ya que por medio de la luz ultravioleta desacelera el crecimiento anormal de las células cutáneas.
Dependiendo de la afección varían las sesiones. Para pacientes con psoriasis, usualmente se requieren tres a la semana, que se inician con unos pocos segundos y van aumentando hasta varios minutos con el tiempo. Cuando la piel ha sanado, el médico determina si se requieren sesiones frecuentes de mantenimiento o si solo se necesitan revisiones médicas periódicas después de la remisión.A la fecha, unos 30 pacientes han recibido el tratamiento en el Rivas. Para beneficiarse, las personas afectadas deben acudir a consulta en el área de dermatología del centro hospitalario.
El sampedrano Osman Batres estaba en la plenitud de su vida, a sus 27 años de edad, cuando un diagnóstico hizo que su mundo cambiara de manera radical.
Comenzó a notar erupciones rojas en los codos y rodillas, y decidió visitar a un especialista, el cual le dijo que tenía psoriasis, una enfermedad autoinmune que hasta el momento no tiene cura y que se caracteriza por el desarrollo de placas tipo escamas en varias zonas del cuerpo.
Aunque este es un mal que se controla, hay que aprender a vivir con él, ya que no solo afecta la piel, sino los órganos internos.
Los aspectos emocionales, familiares y sociales influyen mucho en el paciente, porque en la mayoría de los casos no se siente aceptado en su entorno.
“Es una enfermedad de impacto social porque pocas personas entienden de qué se trata. Muchos tienden a dejarlo con la mano extendida a uno porque piensan que los va a contagiar, y esto es algo genético”, expresó Batres.
Indicó que desde hace diez año inició su tratamiento en hospital Mario Rivas y actualmente ya recibió ocho sesiones de fototerapia.
Testimonio
Esperanza Cárcamo tiene 63 años de edad y lleva más de una década viviendo con vitiligo.
Nunca imaginó que a sus 50 años una quemadura que sufrió en la mano derecha haría que su cuerpo detonara este padecimiento.
En un inicio pensó que se trataba de paño blanco, pero al darse cuenta que las manchas avanzaban en partes como el pecho y los pies decidió visitar al doctor, quien la diagnosticó con el mal.
Doña Esperanza no se encuentra en tratamiento debido a que no cuenta con recursos económicos para asistir a una clínica privada, pero con el novedoso procedimiento que se practica en el Rivas confía en que mejorará su calidad de vida.
Nueva sala
La fototerapia es una realidad en este sanatorio después de muchos años. Más de 600 personas con diferentes afecciones en la piel son tratadas en el centro y serán beneficiadas directamente.
Candido Mejía, jefe del Departamento de Dermatología del Rivas, refirió que esta es una técnica que emplea radiaciones electromagnéticas de origen natural o artificial para el tratamiento de psoriasis, vitiligo, linfoma cutáneo, urticaria y otro tipo de trastornos que son visibles en la epidermis.
Explicó que el método tiene acción antinflamatoria e inmunosupresora, es decir, que en el caso de pacientes con vitiligo ayuda en el proceso de repigmentación, ya que por medio de la luz ultravioleta desacelera el crecimiento anormal de las células cutáneas.
Dependiendo de la afección varían las sesiones. Para pacientes con psoriasis, usualmente se requieren tres a la semana, que se inician con unos pocos segundos y van aumentando hasta varios minutos con el tiempo. Cuando la piel ha sanado, el médico determina si se requieren sesiones frecuentes de mantenimiento o si solo se necesitan revisiones médicas periódicas después de la remisión.A la fecha, unos 30 pacientes han recibido el tratamiento en el Rivas. Para beneficiarse, las personas afectadas deben acudir a consulta en el área de dermatología del centro hospitalario.