Los hispanos en Estados Unidos están cada vez más integrados en este país, especialmente si se trata de festejar y las celebraciones del Cuatro de Julio son buena prueba de ello.
Pero, aunque siguen las tradiciones de este país, como cocinar barbacoas y lanzar fuegos artificiales, son capaces de transportar celosamente muchas de sus costumbres culinarias con lo que el “toque latino” está empezando a calar ya en la celebración más patriótica de la sociedad estadounidense.
Sólo hay que mirar el plato del día para ver que ahora es ya habitual encontrar guacamole y tortillas en la misma mesa en la que se sirven “pickles” y ketchup para acompañar hamburguesas y “hot dogs”. Además, la “salsa” mexicana es ya un clásico de este día no sólo en el sur del país o en aquellas regiones como California o Illinois con alta concentración hispana, sino en todo Estados Unidos. Y es que el sabor latino está calando en el día a día de los estadounidenses.
Winston, un estadounidense de madre nicaragüense, que habla español, asegura que, desde pequeño, vive con orgullo y alegría cada Cuatro de Julio y recuerda su infancia, cuando sus padres lo llevaban al Mall de Washington para ver los fuegos artificiales con el Capitolio al fondo.
Ahora prefiere quedarse en casa con familiares y amigos pero el sentimiento de orgullo es incluso mayor ya que, en los últimos años, Winston piensa en su hermano, soldado que cumple destino en Afganistán, y se pregunta si estará celebrando con una cerveza y una buena barbacoa el gran día.
Cómo no, en su casa, como en la de millones de latinos en el país, ondea hoy la bandera americana en la puerta. A veces en solitario. Otras junto a la bandera del país de origen, en una clara demostración de que “somos América”.
Sangría adulterada
A Winston le gustan las hamburguesas típicas de esta celebración, pero recuerda con añoranza el “salpicón” de su madre, un plato de carne de res troceada y sazonada con cebollas, pimientos verdes y un caribeño toque de limón. Y se le hace la boca agua.
Para otros como Margarita, una argentina casada con un estadounidense que vive en el país desde hace cuatro años, se trata de “una fiesta más para estar con los amigos” que, según explica a EFE-Reportajes, permite hincar el diente a una buena chuleta. Lo malo es que normalmente, el filete tiene “demasiadas salsas”. Y es que, está claro, la carne no es la de un churrasco argentino que sólo necesita un poco de sal para convertirse en el mejor manjar del mundo. Margarita respeta la elección de sus amigos -hamburguesas y cerdo sazonado para la barbacoa- pero nunca olvida llevar a la reunión patriótica sus “riquísimas” empanadas argentinas y el vino tinto de su patria.
Y tampoco la sangría, un magnífico invento que los estadounidenses han adulterado -muchos mezclan vino blanco con champagne y frutas- pero no mejorado. Ella prefiere la de vino tinto con azúcar y limón. En opinión de Isabel, una cubano-americana que lleva toda su vida adulta en EUA y casada con un estadounidense, está claro que ahora ya, los “americanos”, como ella llama a los estadounidenses, prefieren sumarse a una barbacoa patriótica en la que haya latinos. ¿Por qué?. Porque son alegres y porque, dice, “se come mejor”. Tan simple como eso.
Y es que, si junto al asado uno sirve un plato de arroz con frijoles negros, la situación mejora. Y se vuelve perfecta si antes hay guacamole y salsa con tortillas.
Los estadounidenses han aprendido algunas costumbres culinarias de los latinos que por ejemplo, ponen sobre la parrilla no sólo carne sino también frutas y verduras, que además de sanas, son una perfecta guarnición para la carne.