Miles de damnificados hondureños de las tormentas tropicales Iota y Eta, a las que sumaron otras precipitaciones que han azotado la región noroccidental del país, claman por ayuda en sus comunidades destruidas o en albergues, mientras que en algunas regiones los derrumbes de cerros siguen causando destrozos.
Alcaldes y pobladores de varios municipios de departamentos como Ocotepeque, Copán, Santa Bárbara, Lempira, Intibucá y La Paz, todos en el occidente del país, piden ayuda para rehabilitar carreteras, puentes, restablecer los servicios de agua potable y energía eléctrica, entre otros.
El mismo llamado hacen en los departamentos de Cortés, Yoro, Atlántida, Colón y Gracias, en el norte y toda la región caribeña de Honduras, donde en algunas comunidades todavía hay partes bajas inundadas o incomunicadas, por el desbordamiento de ríos caudalosos.
Los dos fenómenos naturales también causaron daños en los orientales departamentos de Olancho y El Paraíso, este último por donde entró Iota; y en menor grado en Comayagua y Francisco Morazán, en el centro; y Choluteca y Valle, en el sur, por donde salió el fenómeno natural en ruta hacia el Pacífico.
En algunos municipios los damnificados piden agua y alimentos, otros la rehabilitación de carreteras y puentes, mientras que los más afectados, que perdieron su casa, claman por una vivienda o un predio seguro donde puedan construir.
Daños a la infraestructura productiva
Los departamentos del occidente del país, los mayores productores de café, principal producto de exportación de Honduras, sufren muchos daños en las carreteras de acceso y caminos hacia las zonas altas donde se cultiva el grano.
Hay fincas donde, según sus propietarios, la montaña está 'rasgada, con grandes grietas', causadas por las torrenciales lluvias que en noviembre azotaron a Honduras.
En Tegucigalpa, la capital, las lluvias han dejado deslizamientos de tierra en cerros que la circundan donde viven familias, muchas al cobijo de casas hechas con tablas rústicas y láminas de zinc, que de hecho no están construidas, sino como colgadas, retando a la fuerza de la gravedad.
En pueblos cercanos a la capital, sus habitantes, agricultores en su mayoría, han sufrido daños en los cultivos de hortalizas, frutas, vegetales y flores, entre otros productos.
La zona norte, la más afectada
Aunque los estragos que dejaron las tormentas abarcan la mayoría del país, la zona norte, principalmente la que cubre el extenso y fértil valle de Sula, donde además se localiza la zona más industrial y comercial, y San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante de Honduras, fue la más devastada.Según fuentes oficiales, más de 3,5 millones de hondureños fueron afectados por las graves inundaciones, que causaron destrozos en toda la infraestructura productiva.
En materia agrícola, por ejemplo, se perdieron miles de hectáreas de banano, caña de azúcar, arroz, maíz, fríjoles, palma africana, cítricos, a lo que se suman otros sectores como la ganadería, granjas avícolas y la destrucción total o parcial de viviendas, carreteras, puentes e industrias, entre otras obras.
En San Pedro Sula, el Aeropuerto Internacional Ramón Villeda Morales quedó inundado por el inmenso espejo de agua en que quedó convertido todo el valle de Sula. Posiblemente abrirá en diciembre.
El agua ha labrado bases de carreteras de asfalto y concreto hidráulico que se han convertido en trampas que pueden ser mortales, según expertos, si no se trabaja pronto en tareas de reparación.
Tres inundaciones en menos de dos semanas
Honduras ha sufrido, desde inicios de noviembre, una descarga descomunal de agua causada primero por la tormenta tropical Eta, que como huracán categoría 4 en la escala Saffir Simpson entró por Nicaragua y luego, como tormenta tropical, pasó a Honduras y salió por el Caribe.Las severas inundaciones que dejó Eta no habían terminado de bajar cuando en menos de dos semanas llegó el Iota, que también como huracán, categoría 5, entró por Nicaragua y, como tormenta tropical, siguió en ruta por el oriente de Honduras hasta salir por el Pacífico.
Para agravar la situación, después de que Iota saliese del país el 18 de noviembre, y lo anegase más, nuevas precipitaciones volvieron a inundar varias regiones, principalmente la noroccidental.
Las enormes bandas que causaron Eta y Iota como huracán y tormentas hicieron que lloviera en todo el territorio hondureño, en algunas zonas más que en otras, agudizando la alta vulnerabilidad que ya sufría el país centroamericano.
Literalmente, basta un pinchazo para que de cualquier montaña de Honduras brote una corriente de agua.
Los suelos de las montañas y valles están tan saturados de agua, que están provocando grandes derrumbes y deslizamientos en varias regiones, principalmente en el occidente.
El martes en horas de la noche, la aldea La Reina, en el occidental departamento de Santa Bárbara, quedó sepultada por el derrumbe de un cerro.
Por la situación que estaban viviendo, sus pobladores abandonaron a tiempo el sitio y se salvaron de morir soterrados, según informes preliminares del Cuerpo de Bomberos.
Algunas casas fueron a dar hasta un abismo, en el que apenas asoman parcialmente algunos techos destruidos de las viviendas.
Los pobladores fueron llevados el miércoles a algunos pueblos vecinos de Santa Bárbara y del departamento de Copán.
Poca ayuda internacional recibida
Hasta ahora la ayuda recibida de países y organismos internacionales ha sido muy poca, comparada con la magnitud de los daños que ha sufrido Honduras.Sin embargo, se espera que, con el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con una valoración de los daños, el Gobierno, a través de un grupo consultivo, lo presente a la comunidad internacional para que le brinde ayuda.
El país, desde marzo, sufre además la tragedia de la pandemia de covid-19, que ha causado cerca de 3.000 muertos y más de 106.000 contagiados.
Antes de la pandemia, según diversas fuentes, la pobreza afectaba a más del 60 por ciento de sus 9,5 millones de habitantes. Después del paso de Iota y Eta, sumado a los graves daños económicos y sociales que ha dejado la covid-19, el índice de pobreza superará el 70 por ciento, según analistas.
El país sigue en emergencia y la próxima semana le viene un frente frío en el Caribe que dejará lluvias leves en todo el litoral y el occidente, y menor grado en el resto del territorio.