20/12/2025
10:19 PM

Cuarenta años violentos con más de 900 muertos

El terrorismo de ETA ha sido uno de los elementos más desestabilizadores en la historia de España desde finales de la década de los 60, cuando comenzó a utilizar la violencia como medio para conseguir la independencia de Euskadi, un “objetivo” que ha costado la vida a casi novecientas personas.

    El terrorismo de ETA ha sido uno de los elementos más desestabilizadores en la historia de España desde finales de la década de los 60, cuando comenzó a utilizar la violencia como medio para conseguir la independencia de Euskadi, un “objetivo” que ha costado la vida a casi novecientas personas.

    Desde 1968, ETA ha asesinado a 851 personas, 99 de ellas en 1980, el año más sangriento de la organización terrorista, que considera territorio de Euskadi al País Vasco y Navarra, en España, y a las provincias de Baja Navarra, Lapurdi y Suberoa, en Francia.

    En sus inicios, se definió como organización socialista revolucionaria de liberación nacional, pero en la banda fue prevaleciendo el componente nacionalista e independentista y su uso sistemático de la violencia.

    El 7 de junio de 1968, se cobró su primera víctima mortal, la del guardia civil José Pardines, quien fue asesinado por Txabi Echebarrieta, que horas después murió en un enfrentamiento con la Guardia Civil.

    Desarticulada la cúpula de la banda en 1969, 16 de sus miembros fueron juzgados un año más tarde en el denominado “Proceso de Burgos”.

    Seis de ellos -Onaindia, Larena, Uriarte, Izko de la Iglesia, Gorostidi y Dorronsoro- fueron condenados a muerte, aunque las penas les fueron conmutadas por reclusión mayor.

    En protesta por este “proceso”, ETA cometió ese mismo año su primer secuestro, aunque no fue hasta enero de 1972 cuando raptó a un empresario por motivaciones puramente económicas.

    En 1973, ETA actuó por primera vez en Madrid y cometió el atentado más espectacular de toda su historia: el 20 de diciembre asesinó al presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco.

    Un año después, el 13 de septiembre de 1974, la banda perpetraba, también en Madrid, su primer atentado masivo con la colocación de una bomba en la cafetería Rolando, frecuentada por policías y situada en la calle del Correo junto a la Dirección General de Seguridad, que causó la muerte de trece personas y heridas a ochenta.

    El debate interno sobre este atentado, entre los partidarios de una organización de carácter estrictamente militar y quienes mantenían que debía también asumir la lucha de masas, finalizó con la escisión de ETA en dos ramas: “milis”, partidarios de la insurrección popular y minoritarios en ese momento, y “poli-milis”, mayoritarios y que apostaban por la violencia selectiva.

    Las dos ramas continuaron por separado y sus atentados se superpusieron hasta 1982, cuando los “poli-milis” se disolvieron y se configuró lo que sería la dirección de ETA hasta prácticamente 1992, cuando se desarticuló la cúpula en Bidart, Francia.

    Allí estaban Domingo Iturbe Abasolo alias “Txomin”; José Miguel Beñaran, “Argala”; José Luis Ansola “Peio el Viejo”; Juan Ramón Aramburu “Juanra”, Eugenio Etxebeste “Antxon” y Loranzo Lasa Mitxelena, “Txikierdi”.

    Durante todo este tiempo, ETA tenía su cuartel general en el sur de Francia, desde donde cobraba para financiarse el llamado “impuesto revolucionario”, dentro de lo que se denominó en España como “el santuario francés”. Las décadas de 1980 y 1990 se caracterizaron por una alternancia entre atentados como el de Hipercor (21 muertos), la cafetería Rolando de Madrid (13), la República Dominicana de Madrid (12), la casa-cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza (11) o la casa-cuartel de Vic (10) y éxitos policiales, como las sucesivas desarticulaciones de los comandos Vizcaya, Donosti, Araba, Nafarroa, Madrid, Eibar, Goierri o Argala.

    Cuatro años después, en 1996, ETA planeó su secuestro de mayor duración, el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, liberado por la Guardia Civil tras permanecer 532 días en un zulo en Mondragón.

    La muerte del edil produjo una de las mayores movilizaciones populares contra ETA, que acuñaron con el llamado “Espíritu de Ermua”, un fenómeno que, según los expertos, llevó a la banda, debilitada internamente, a declarar el 16 de septiembre de 1998 una tregua unilateral e indefinida.

    Aunque inicialmente el Gobierno la recibió con escepticismo, el 3 de noviembre de 1998 José María Aznar autorizó contactos para comprobar la voluntad de ETA, y así sucesivamente la organización se ha ido diluyendo.

    Las negociaciones de paz con ETA han sido extensas

    Los muchos golpes que se ha llevado ETA, según los expertos, han hecho mella. En enero de 2005 anunció su apoyo a la propuesta que Batasuna presentó en Anoeta en noviembre del anterior año.

    La organización terrorista afirmó ver con “buenos ojos” la propuesta de Batasuna de conseguir la paz mediante dos mesas de negociación simultáneas, una entre los partidos vascos para discutir las cuestiones políticas y la otra entre el gobierno y ETA para la “desmilitarización del conflicto”.

    En junio de 2005, un mes después de que el Congreso aprobara una resolución que avalaba un hipotético diálogo del gobierno con ETA si ésta abandonaba las armas, la banda terrorista hizo, vía comunicado al periódico “Gara”, una “propuesta” de “diálogo y negociación” para “una solución” al “conflicto” vasco, condicionada a la autodeterminación de “Euskal Herria”.

    Pocos días después, ETA anunció el cese de sus acciones “armadas” contra “los electos de los partidos políticos de España”. Antes, el 18 de febrero de 2004, la banda terrorista había anunciado la suspensión de todas sus “acciones armadas” en Cataluña.