San Pedro Sula, Honduras.
Baches gigantescos y basura en las orillas predominan en la carretera que conduce al sector Ticamaya.
Esta vía se ha convertido en el dolor de cabeza de taxistas, transportistas o cualquier conductor que a diario circula por esta zona.
Las promesas de arreglar sobran, pero los vecinos del sector elevan sus voces para que se emprenda acción en el cumplimiento del compromiso adquirido.
“Cumplimos con el pago de patentes de nuestros carros. Le pedimos al alcalde que destine ese dinero para pavimentar esta zona”, expresa Selvin Cárcamo, vecino del sector.
La carretera deteriorada no solo representa un gasto en reparación de vehículos, también es un peligro para la seguridad de quienes la transitan.
La delincuencia tiene luz verde en una calle que no posee alumbrado eléctrico, afirma Cárcamo, quien denuncia asaltos y accidentes frecuentes en el sitio.
“Tenemos una carretera a oscuras, ya imaginará el riesgo que eso conlleva por hacer un zig zag tratando de evadir un bache. Se puede chocar a otro”, lamenta.
Consecuencias
Reparación de amortiguadores, direcciones y cambio de llantas son parte de los gastos que acarrea para los taxistas el mal estado de la carretera.
“Cada tres meses debemos hacer estos cambios. Representa una inversión de L3 mil”, revela el taxista Ángel Gabriel Pérez.
La carretera a Ticamaya es uno de los dos accesos que hay para llegar a la Laguna de Jucutuma, espacio que tratan de impulsar como destino turístico local y los transportistas catalogan de “injusto” que no se arregle esa vía.
Al problema de la carretera se suman los basureros clandestinos que se extienden por gran parte de la misma.
A tan solo cuatro kilómetros de Cemcol se puede notar una montaña de desperdicios que, según los pobladores, suele desprender olores nauseabundos.
Las aves de carroña se posan en esta zona donde se han encontrado cuerpos sin vida y huesos de caballos.
Las comunidades esperan pronta acción de las autoridades.
Baches gigantescos y basura en las orillas predominan en la carretera que conduce al sector Ticamaya.
Esta vía se ha convertido en el dolor de cabeza de taxistas, transportistas o cualquier conductor que a diario circula por esta zona.
Las promesas de arreglar sobran, pero los vecinos del sector elevan sus voces para que se emprenda acción en el cumplimiento del compromiso adquirido.
“Cumplimos con el pago de patentes de nuestros carros. Le pedimos al alcalde que destine ese dinero para pavimentar esta zona”, expresa Selvin Cárcamo, vecino del sector.
La carretera deteriorada no solo representa un gasto en reparación de vehículos, también es un peligro para la seguridad de quienes la transitan.
La delincuencia tiene luz verde en una calle que no posee alumbrado eléctrico, afirma Cárcamo, quien denuncia asaltos y accidentes frecuentes en el sitio.
“Tenemos una carretera a oscuras, ya imaginará el riesgo que eso conlleva por hacer un zig zag tratando de evadir un bache. Se puede chocar a otro”, lamenta.
En distintos puntos de la carretera hay cúmulos de basura.
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Reparación de amortiguadores, direcciones y cambio de llantas son parte de los gastos que acarrea para los taxistas el mal estado de la carretera.
“Cada tres meses debemos hacer estos cambios. Representa una inversión de L3 mil”, revela el taxista Ángel Gabriel Pérez.
La carretera a Ticamaya es uno de los dos accesos que hay para llegar a la Laguna de Jucutuma, espacio que tratan de impulsar como destino turístico local y los transportistas catalogan de “injusto” que no se arregle esa vía.
Al problema de la carretera se suman los basureros clandestinos que se extienden por gran parte de la misma.
A tan solo cuatro kilómetros de Cemcol se puede notar una montaña de desperdicios que, según los pobladores, suele desprender olores nauseabundos.
Las aves de carroña se posan en esta zona donde se han encontrado cuerpos sin vida y huesos de caballos.
Las comunidades esperan pronta acción de las autoridades.